El Euro, el Yen y otras mo­nedas mues­tran una de­bi­lidad inusi­tada frente al dólar

La caída de los bonos soberanos ratifica el temor a una próxima parálisis económica

La Fed ha ad­ver­tido que queda poco margen de subida de tipos de in­terés

Bonos vs. efectivo.
Bonos vs. efectivo.

El precio del bono del Tesoro a 10 años ha vuelto a su­frir esta se­mana un nuevo de­rrumbe, lo que ha de­ter­mi­nado que su ren­di­miento re­gistre un má­ximo de 16 años. El dato de em­pleo anun­ciado por la Oficina de Estadísticas Laborales ha desatado la in­quietud entre los in­ver­sores porque ali­menta mo­tivos a la Fed para man­tener los tipos de in­terés altos du­rante más tiempo. Una ame­naza pre­vi­sible que ra­ti­fica la im­pre­sión de una even­tual pa­rá­lisis eco­nó­mica.

El empleo aumentó en 336.000 trabajadores en septiembre superando el dato de agosto revisado al alza de agosto de 227.000 nuevos empleos. Este nuevo salto en el rendimiento de los bonos es resultado de la venta masiva de activos ante la expectativa de que la Fed emita los activos de mayor plazo a tipos de interés crecientes.

Aluvión de consecuencias

El pasado 3 de octubre los mercados ya sufrieron una conmoción originada por una avalancha en la venta de bonos. El movimiento ha sido especialmente significativo en los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años. El rendimiento de estos activos está por encima del que ofrecían al comienzo de la crisis subprime en 2007/2008.

Con un escenario en el cual la Fed ha advertido que queda poco margen de subida de tipos de interés, con una inflación que comienza a quedar bajo control, y con una incidencia del empleo que se esperaba a la baja, los analistas consideran que esta reacción de los inversores es volátil. Pero mientras buscan una explicación el dólar pegó un salto y se ha acercado a la paridad con el euro.

Mientras los expertos rizan el rizo, salta a la vista que Washington ha concentrado el interés periodístico estos días. En particular porque el presidente Joe Biden logró un pacto con el presidente republicano del Congreso, Kevin McCarthy para evitar el cierre de la administración mediante una prórroga de la ley de presupuesto con una serie de partidas de emergencia que excluyen la ayuda a Ucrania.

Este movimiento le ha costado el cargo a McCarthy porque su propio partido encabezado por un extremista poco fiable incluso para el ala derecha republicana, Matt Gaetz, lo destituyó lisa y llanamente. Es evidente que en ese contexto los inversores exigen mayor rentabilidad para financiar los déficit de presupuesto estadounidense y reaccionan vendiendo deuda de largo plazo donde se concentran las expectativas.

Va de suyo que todo incremento de tipos de interés en instrumentos de corto plazo promovido por los bancos centrales aspira al alineamiento con éstos de los de mayores plazos. Pero una reacción repentina en este sentido tiene consecuencias que no son las que las autoridades monetarias quieren ver. La primera y menos esperada por los analistas ha sido la repentina debilidad de otras monedas frente al dólar, como es el caso del euro y del yen.

Aunque la onda expansiva ha tocado de lleno también a muchas otras monedas como el rublo ruso o la lira turca. La caída del euro frente al dólar mejora la competitividad de las exportaciones europeas para las naciones cuyo comercio principal está fuera de la Unión Europea, pero afecta a las que tienen la mayor parte de su balanza comercial dentro de la UE, como es el caso de España. Empeora por otra parte el saldo de la balanza comercial en materia de energía. El petróleo y el gas se encarecen.

Este viernes, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el del Consejo Europeo, Charles Michel señalaron en su mensaje a la Cumbre de Granada que por primera vez Europa había generado más energía de fuentes renovables que mediante el uso de combustible fósil. No es realmente un alivio inmediato sino un mensaje de cara al futuro. Mientras Francia y una serie de aliados que tienen su infraestructura de generación basada en la energía nuclear pujan por reanudar un ciclo de inversiones significativo en este área. Pero la inestabilidad cambiaria es sólo una cara del colapso de la deuda. El rendimiento de la deuda alemana, el Bund, es decir el bono a 10 años, ha aumentado esta semana y este elemento va a determinar la escalada del rendimiento de toda la deuda soberana dentro de la UE.

Reguladores bancarios y de seguros

Esta situación amenaza con recrear un problema sistémico que preocupa a los reguladores bancarios que mantienen el semáforo en rojo, aunque todos miren para otro lado mientras pisan el acelerador. Las carteras de deuda soberana y renta fija de los bancos en Estados Unidos y de Europa ya han causado daños irreparables. En marzo pasado vimos la quiebra diferida del Credit Suisse, adquirido por la UBS (https://www.capitalmadrid.com/2023/3/19/64690/el-banco-nacional-de-suiza-lastra-el-33-del-pib-del-pais-para-la-compra-de-credit-suisse-por-ubs.html) in extremis precisamente por la pérdida de valor de su cartera de deuda que computa en el colchón de liquidez de los bancos. La legislación bancaria, como la denominada Basilea III, establecen la deuda soberana como un buffer que exige menos capital que otras operaciones y por ser un activo que goza en teoría de una alta liquidez.

El problema que ocasiona a la banca la pérdida de valor de la deuda pública, aunque esté registrada como destinada a mantener hasta su vencimiento, es el descuadre del valor del activo y el pasivo. Nadie está exento de violentar sus consideraciones de balance y acudir a la venta de deuda cuando se ve obligado a ello. Si se vende por debajo del valor contable se materializa una pérdida que puede ser considerable.

Revisión del riesgo

El Banco Central Europeo (BCE) procedió a una revisión del nivel de riesgo que implican las carteras de deuda soberana de los bancos en la UE tras la quiebra en Estados Unidos del Silicon Valley Bank tras una corrida sobre los depósitos del banco aquejado de un descuadre del balance por la caída del valor de la deuda soberana tras una amago de crisis de deuda en marzo de este año.

De paso recordemos el conato de crisis de deuda que ocasionó una pretensión de rebaja súbita de los ingresos fiscales por un recorte de impuestos en Reino Unido propuesto por la entonces primera ministro Liz Truss. Poco duró en el cargo tras ese ejercicio. Pero el movimiento obligó al Banco de Inglaterra a sostener el valor de la deuda soberana en el mercado.

Los resultados de la encuesta del BCE publicados en julio pasado constataron que las pérdidas potenciales de los 104 bancos del sistema supervisados eran de 73.000 millones de euros en sus carteras de bonos a febrero de este año. Esto deja fuera las caídas del valor de la deuda en marzo y en septiembre/octubre. El análisis de los datos puso de relieve que las pérdidas podían ascender a 155.000 millones de euros en el peor de los escenarios de una prueba de estrés.

El BCE matizó su encuesta con la afirmación de que las carteras de bonos por definición no son para negociar sino para mantener a vencimiento lo que reduce el riesgo. Lo que no dijo es lo que el mundo financiero sabe de sobra: esto es así mientras las necesidades de liquidez no agobien.

En Estados Unidos el Bank of America tenía al finalizar el segundo trimestre de este año pérdidas potenciales de 110.000 millones de dólares. Este dato ha hecho que el valor en bolsa del banco se resienta. Sus acciones cayeron el miércoles por debajo de los 26 dólares. El Western Alliance Bancorp de Fénix, Arizona, que como SVB se dedica a financiar empresas start up y tiene también un colchón de deuda de primera clase ha visto como caía el valor de sus acciones un 20% desde que el movimiento en la deuda se inició en agosto. Es decir, estos movimientos en el rendimiento de la deuda tienen consecuencias.

Estos movimientos también han sacudido al sector de seguros. La cartera de inversión de las aseguradoras tiene un componente importante de bonos de deuda, entre ellos deuda soberana. Un incremento del rendimiento de esa deuda refuerza la solvencia de las aseguradoras.

Deuda Pública

Pero, si el incremento de los tipos de interés genera un movimiento de los clientes desde los productos financieros de las aseguradoras hacia la deuda pública, bonos del tesoro por ejemplo en España, y esto reduce de golpe la liquidez de las empresas del sector estas se convierten en vendedores forzosos de deuda a un precio por debajo del valor de adquisición generando pérdidas.

Es el caso de la pequeña aseguradora italiana Eurovita, propiedad del fondo de capital riesgo británico Cinven. La aseguradora ha sido intervenida por el supervisor de seguros italiano debido a las pérdidas sufridas.

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