Lo escribía a propósito del juicio político (impeachment) que se pretendía abrir al entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump recordando de esta manera que esta estrategia había sonoramente fracasado durante el caso Watergate, 44 años antes, cuando a su vez se juzgaba mediante el mismo proceso a Richard Nixon, el primer presidente norteamericano que tuvo que dimitir en la historia de los Estados Unidos, precisamente por "mentiroso".
Carlos Torres, presidente del BBVA por obra y gracia de Francisco González (el ex presidente imputado por la Audiencia Nacional en el torpe espionaje llevado a cabo por el ex comisario Villarejo contra políticos, empresarios y periodistas, durante casi 15 años) hizo uso de esta misma estrategia en su declaración ante el juez instructor García Castellón, este pasado lunes.
La frase, obviamente en español, del famoso "I dont recall" que tantas veces utilizaron los asesores de Nixon, como fue el caso de su jefe de gabinete H. R. Haldeman (condenado finalmente por perjurio), fue repetida una y mil veces por el sucesor del ínclito FG durante la tarde del pasado lunes en el banquillo de los testigos de la Sala 6 de la Audiencia Nacional.
Un letrado de la nutrida tropa de abogados que estuvieron presentes durante las tres horas largas que duró el interrogatorio, como testigo, de Carlos Torres, me ha prometido que las contará cuando le llegue la transcripción oficial del juzgado de la declaración y me comunicará el número exacto de ocasiones en las que le falló la memoria al actual primer directivo del BBVA.
Mientras este cronista sufría la estrategia invasiva de su dentista, casi tan penosa como la declaración de Torres para el letrado, uno se podía imaginar y hasta visualizar cómo el abogado se echaba las manos a la cabeza mientras escuchaba tan torpe (y probablemente, única posible) defensa del ingeniero eléctrico salmantino, licenciado nada menos que por el Massachusetts Tecnological Institut (MIT) , y que fue introducido en las procelosas labores de banquero por recomendación de la experta mano de su ex jefe en Endesa, Manuel Pizarro.
Dura amnesia
"La amnesia es muy a menudo la respuesta favorita de cualquier testigo en un caso de investigación penal o legislativa y es a menudo la más ajustada, aunque el riesgo de cometer perjurio por las personas pilladas en escándalos es muy elevado, una vez que se demuestra con pruebas de que se estaba al tanto de los presuntos delitos", escribía entonces el analista del prestigioso diario norteamericano, que ha sustituido al mítico "The Washington Post" como referencia periodística mundial.
La amnesia de Torres, de ser demostrable, se volverá en su contra y a todos los efectos, es muy arriesgada desde el punto de vista procesal. De hecho puede terminar en su propia imputación, esta vez por por perjurio, amén de otros motivos, al tener conocimiento de los hechos y no hacer nada durante años al respecto.
Su defensa numantina por falta de conocimiento o recuerdo, además, puede ser desbaratada por los testimonios de otros imputados, como es ya el caso -entre otros- de su actual jefe de prensa, García Tobin, que le informaba mediante correo interno como responsable del seguimiento del escándalo en la Prensa.
Pero, sobre todo, lo que más peligro presenta es el efecto en su posición personal y profesional (tendría que dimitir como presidente del BBVA si resultara después de imputado se le abre juicio oral) se debilitaría notablemente si los denominados "hits" o palabras claves de la información telemática que existe en el BBVA, requeridos por el juez instructor García Castellón, a instancias de la Fiscalía AntiCorrupción, demuestran lo contrario, como sospechan muchos, desde los fiscales hasta las partes perjudicadas y personadas en el caso. De ahí la resistencia del banco a entregar o aplazar su entrega a la Fiscalía de esa documentación, como sospechan algunos letrados.
Precedentes en la junta de hace dos años
Torres, además, está pillado por sus propias declaraciones, y las del actual vicepresidente del BBVA, José Miguel Andrés Torrecillas , ex presidente de la firma auditora Ernst and Joung (curiosamente, la auditora de Sacyr durante el "asalto" al BBVA en 2004), que en la junta general del banco bilbaíno hace dos años, declaró que no se enteró de lo de los encargos a Villarejo hasta el año 2018, ya siendo presidente. Modificar esa declaración pública, realizada ante los fondos accionistas del banco, con responsabilidades ante la SEC, podría ser contraproducente. Mantenedla y no enmendarla sería su única defensa posible... y la mejor dadas las circunstancias.
Pero, como ya ocurrió en el caso Watergate en 1973, donde toda la estrategia de amnesia de los colaboradores de Nixon culminó en un total fracaso después de las revelaciones del ex abogado de NIxon John Dean, el juez instructor y los fiscales de la causa 96/2017, o caso Cenyt, parecen convencidos de que puede probarse que la falta de memoria de los ex directivos del BBVA, puede ser intencionada.
Actitud que se justificaría en el caso de los imputados, que pueden mentir en aras de su derecho a no incriminarse, pero que no se mantiene en la de los testigos. Tan convencidos parecieron los fiscales -y hasta el juez- que las tres horas largas de declaración de Torres consiguieron irritarlos, en algunos momentos. De hecho, según testimonio de algunos letrados presentes, se produjeron momentos de fuerte tensión en la Sala entre el testigo y los fiscales.
Mente olvidadiza
De ahí la trascendencia jurídica del constante recurso a su mente olvidadiza durante su declaración. Torres parecía no recordar nada, pero su memoria regresaba cuando reiteró varias veces (e indirectamente acusó ante sede judicial) que otros directivos del BBVA sí que podían estar en el ajo en la contratación privada de Villarejo, en aquellas fechas comisario de policía en activo. Es decir, los FG, Cano, Gorrochano, Béjar, Gortari, etc..
Tal como sugirió repetidas veces, él simplemente estaba al margen de esas "nimiedades" y no se enteró hasta 2018 y por la Prensa. Al parecer no llegó a leer los correos internos que recibía de su fiel dircom, Paul García Tobin, ni entendía de medios de comunicación que ya hablaban de FG y de la contratación sospechosa del policía en activo por el banco que presidía.
Fue como si dijera que "él pasaba por allí", pese a que era consejero delegado desde 2015, sustituyendo a otro imputado en la causa, Ángel Cano, y ocupaba la presidencia del famoso comité de Corporate Assurance, que velaba por el cumplimiento ético y jurídico del Código de Conducta (Compliance), creado por la entidad bancaria a la imagen y semejanza de muchas corporaciones norteamericanas siguiendo modelos de moda en las Escuelas de Negocios. Casualmente Torres ya presidía dicho comité tres años antes y no dejó de hacerlo tras ascender a presidente en 2018, precisamente por el conocimiento que tenía de todos los asuntos internos del banco.
Con su declaración, Torres ha hecho un flaco favor a su propio mentor FG, aislado en su despacho particular madrileño y perdido en una aparente estrategia jurídica de alargamiento de la instrucción, y a casi todos los directivos imputados.
Pero sobre todo puede haber perjudicado al propio banco, al reconocer que el espionaje encargado irregularmente (¿se imaginan al presidente del Bank of América encargando a un agente del FBI en activo espiar al secretario del Tesoro de EEUU?) era tan solo un trejemaneje interesado de varios altos directivos del banco y que, en consecuencia, deberían ser ellos quienes respondieran de lo que hicieron pese a que el banco fue el que pagó los servicios prestados.
Casualmente, Torres debió dar órdenes para suspender también las habituales suscripciones de prensa de la entidad. Porque el testigo de lujo del pasado lunes, 16 de octubre de 2023, ha olvidado que ya en 2015, cuando fue nombrado CEO y tres años más tarde presidente, ni siquiera leía El País, donde Javier Ayuso, ex dircom de FG y testigo protegido en la misma causa, ya había publicado profusamente una serie de artículos muy interesantes e interesados sobre los excesos del ex comisario Villarejo.
Eso sí, los reportajes apenas incluían referencias a los trabajos realizados por el ex comisario para el BBVA. Ni mencionaban una denuncia anónima anterior que se presentó ante una comisaría de Galicia al respecto. Denuncia que uno de los imputados en el caso, y ex compañero de Villarejo en la Policía, ha relacionado en sede judicial con un ex agente del CNI.