Monitor de Latinoamérica

Empresas y mer­cados bra­si­leños re­ciben con es­cep­ti­cismo al nuevo pre­si­dente

España confía en que el brasileño Lula ayude a destrabar el pacto UE-Mercosur

Los in­ver­sores pri­va­dos, pen­dientes de las pri­meras de­ci­siones con­cretas del man­da­tario

Ignacio Lula da Silva
Ignacio Lula da Silva

En España se ana­liza mi­li­mé­tri­ca­mente a la re­cién es­tre­nada pre­si­dencia en Brasil de Lula da Silva, quien tomó po­se­sión el 1 de enero. Uno de los ob­je­tivos deseados en esa parte del Atlántico es que el po­pu­lista pre­si­dente con­tri­buya a des­trabar el pacto co­mer­cial UE-Mercosur y fa­ci­lite las re­la­ciones bi­la­te­rales entre España y el país la­ti­noa­me­ri­cano. Pero en Brasil, em­presas y mer­cados no se han to­mado bien las pri­meras dis­po­si­ciones del man­da­ta­rio.

Por su parte, las empresas españolas, para las que Brasil es uno de sus grandes mercados en Latam, esperan en modo ‘wait and see’ el rumbo que Lula, un ‘viejo conocido’ de todas, imprimirá en temas clave como la facilitación de la inversión foránea.

De momento, el discurso de toma de posesión del presidente no fue bien acogido el lunes en la primera sesión bursátil por mercados financieros y sector privado de Brasil. Su asunción fue ‘saludada’ con un descenso del real frente al dólar y una caída de la Bolsa. En el meollo de este pesimismo de primera hora está la decisión de Lula de ordenar a su Gobierno revocar más de una decena de decretos firmados por la Administración Bolsonaro, particularmente las medidas destinadas a avanzar en la privatización de empresas estatales como Petrobras, Pré-Sal Petróleo y Correios, Asimismo, Lula ha dado los primeros pasos contra el techo de gasto público instaurado por su antecesor.

Lula, que ya gobernó en dos períodos seguidos entre 2003 y 2010 y que el domingo asumió su tercera presidencia en un país polarizado en dos bloques con la promesa de subsanar la “devastación” producida en el mandato Bolsonaro y combatir las desigualdades, la pobreza y el hambre, también intentó enviar señales de calma a los mercados, al indicar que impondrá realismo fiscal, control de la inflación y promoción del crecimiento. Los expertos apuntan, además, que a la moderación de Lula contribuirá el hecho de que tendrá que afrontar una Cámara de Diputados mayoritariamente en manos de partidarios de Bolsonaro o partidos de la derecha.

Señales para tranquilizar

Además, el nuevo ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ya ha destacado que no aceptará el déficit fiscal primario previsto en el presupuesto y que se trabajará para reducirlo. Haddad ha enfatizado que el Gobierno pondrá el foco en la recuperación de las cuentas públicas y enviará al Congreso una propuesta que garantice la sostenibilidad de la deuda en el primer semestre.

Aunque no hubo en el discurso referencia directa a la cuestión de la inversión extrajera, los analistas esperan que Lula actúe pragmáticamente y favorezca su desarrollo, y que refuerce las asociaciones público-privadas, notablemente en infraestructuras. Su Gobierno, de “unión y reconstrucción”, está formado por 37 ministros y en él, junto a Haddad, sobresale en Exteriores Mauro Vieira, veterano diplomático que ya fue canciller con Dilma Rousseff.

En su primer discurso como presidente, Lula dejó claro que Brasil “romperá el aislamiento al que fue sometido en los últimos años” y que impulsará la ratificación del acuerdo UE-Mercosur, largamente retrasada, y los lazos con Europa. Y se comprometió retomar la integración en Latam, revitalizar Unasur, fortalecer la cooperación BRIC y no descuidar la relación con EEUU.

También dijo esperar un impuso a la ya importante relación económica con España. Lula y el Rey Felipe VI, presente en su toma de posesión, dialogaron el lunes sobre los vínculos bilaterales y sobre Europa y Latam, en una reunión en la que estuvieron presentes la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo española, Yolanda Díaz, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. El Rey dijo esperar que Brasil tenga un rol internacional “muy activo”, en un momento en el que España quiere relanzar la relación estratégica UE-Latam en su Presidencia de la Unión en el segundo semestre de 2003. Albares, por su parte, indicó que con Lula la ratificación del pacto UE-Mercosur, sin sellar pese a que la negociación acabó en 2019, “está más cerca”, no sin reseñar que el líder brasileño tiene una agenda muy compatible con la del Gobierno español.

En espera de medidas

Aunque la mayoría de firmas españolas ya ha operado en Brasil sin problemas con la izquierda (el PT de Lula gobernó de 2003 a mediados de 2016 con Da Silva y Dilma Rousseff) y su presencia tiene voluntad de largo plazo, también es cierto que el país no es el mismo de años atrás, cuando el nuevo presidente gobernó respaldado por el ‘boom’ económico de las materias primas. Y, pese a que no contemplan cambios radicales con Lula, mandatario con historial de políticas económicas moderadas y que el pasado mostró diálogo, existe cierta inquietud por las decisiones que se puedan adoptar, dado un programa que incluye gran gasto social, intervencionismo económico y reversión de procesos de privatización de grandes compañías públicas para recobrar la industria.

Las empresas españolas son las segundas inversoras foráneas, con un acu¬mu¬lado de 48.000 mi¬llones de eu¬ros en Brasil, que es cuarto destino global de la inversión española. La marcha de la economía brasileña es importante para España, presente en todos los sectores, notablemente en telecos, finanzas, infraestructura, industria, energía, comercio y turismo en un país que es destino estratégico y donde están instaladas más de 500 empresas, entre ellas gran parte de las del Ibex-35. El brasileño es mercado muy relevante en facturación e ingresos para Santander, Iberdrola, Naturgy, Telefónica y Mapfre, y también clave para Repsol, Acciona, Ferrovial, Dia, ACS, Aena, Sacyr, Redeia y Globalia. Las relaciones inversoras y comerciales han crecido en las últimas décadas y las exportaciones españolas allí alcanzan los 1.360 millones.

Lula hereda, por otro lado, un gigante económico en situación de bajo crecimiento. Según las nuevas previsiones de FMI y Cepal, Brasil crecerá entre el 2,6% y el 2,9% este 2022 y reduciría el paso a entre el 0,9% y el 1% en 2023, tras rebotar un 4,6% en 2021, el mayor avance en 11 años, después de sufrir en 2020 una recesión del 3,9% por el Covid. Antes de la pandemia, Brasil ya sumaba años de debilidad: el PIB cayó el 3,8% en 2015 y el 3,6% en 2016. Y creció el 1,3% en 2017 y 2018 y el 1,1% en 2019.

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