El objetivo del grupo pasa ahora por reducir la ratio deuda neta/Ebitda hasta las inmediaciones de las 4 veces para 2024. Algo complicado que puede forzar al grupo a vender activos, a pesar de que hay algunos irremplazables y necesarios para alcanzar sus planes estratégicos. Precisamente esta incertidumbre ha estado pesando en la cotización en los últimos meses.
En estas semanas se ha hablado de la posible desinversión en el negocio chino o en el área de diagnóstico. En este sentido, la participación de Grifols en Shangai Raas estaría valorada, según los analistas, en cerca de 1.500 millones de euros. En cualquier caso, se trata de una difícil decisión para el equipo gestor en caso de no encontrar otras alternativas como la llegada de nuevos inversores.
Estas preocupaciones llevaron al valor a cotizar el pasado mes de noviembre en torno a los 8,5 euros por acción, su nivel más bajo en una década. Y aunque en las últimas semanas ha logrado rebotar por encima de los 11 euros por acción, aún sigue mostrando una tendencia bajista primaria que no parece fácil que vaya a cambiar a no ser que empiece a dar muy buenas noticias.
Para ello debe superar además la dura resistencia que encuentra en las inmediaciones de los 11,7 euros por acción. Aunque los precios actuales son bastante atractivos tras los ajustes sufridos desde la pandemia, los expertos siguen alertando de que sigue persistiendo el riesgo a una nueva recaída.