"El 'timing' es perfecto. Digi sabía que sólo era cuestión de tiempo que todas las grandes del sector subieran los precios para combatir la inflación. Y ha esperado para dar el zarpazo con una oferta imbatible desde 20 euros mensuales para fijo y móvil y de fibra por 15 euros. Son unos precios extraordinariamente competitivos con los que Digi quiere dar el aldabonazo definitivo en España después de un 2022 extraordinario en el que ha quedado claro que es el nuevo gran jugador de nuestro mercado", señalan fuentes del sector.
Con este movimiento, que tiene mucha pegada porque se aplica tanto a nuevos como antiguos clientes, Digi aboca a sus rivales a una nueva pérdida de cuota de mercado en España. Mientras las grandes del sector se dejaban atrás la friolera de un millón de clientes en 2022, la compañía rumana ganó 465.000 líneas en portabilidad. Y en telefonía fija, otras 113.000 ante la impotencia de los competidores tradicionales, cuyas costosas y mastodónticas estructuras les impiden competir en precio con los nuevos 'player'.
¿Habrá reacción, como en otras ocasiones? Los expertos creen que, aunque esta opción no se puede descartar, hay menos posibilidades ahora, con los márgenes más castigados que nunca, una situación macro compleja y la inflación castigando al máximo el hígado del sector. Desde este punto de vista, Digi ha vuelto a tomar la delantera en precios en el momento ideal. Pero hay otra lectura relevante, que tiene que ver con quiénes salen más perjudicados por la ofensiva en marcha. Porque el efecto es bastante desigual desde varios puntos de vista.
Vodafone, muy perjudicada El primer perdedor podría ser Vodafone, que ve como Digi vuelve a presionar a Lowi, su marca de bajo coste que le ha permitido capear el temporal en estos últimos trimestres difíciles en España. Lowi ha sido una de las pocas buenas noticias en el país -la compañía acaba de perder a su CEO en España-, lo que puede retrasar cualquier tipo de respuesta del grupo británico. En pleno cambio de la cúpula también a nivel global, el futuro de Vodafone en nuestro país es una de las grandes incógnitas de cara a este año, en el que todo parece indicar que van a pasar cosas.
Para Orange y MásMóvil, que siguen pendientes de una fusión en manos de Bruselas que dependerá del tamaño de los 'remedies' que imponga Europa -y a los que Digi, entre otros, estará muy atento-, que el grupo rumano siga creciendo no es del todo una mala noticia. Sigue ganando tracción el que parece llamado a ser el cuarto operador si se consuma la fusión, y eso es bueno para Orange y MásMóvil porque pueden defender antes las autoridades comunitarias que en España no hay un problema de competencia que exige medidas drásticas.
Para Telefónica, queda un poco al margen por sus relaciones con Digi. La parte buena es que un Digi más fuerte significa también más clientes mayoristas, ya que la rumana cuenta con acuerdos mayoristas de red con la primera operadora española. Y, en paralelo, habrá que esperar también a la reacción de otros jugadores de nueva generación y muy agresivos como Finetwork, que podría ser unos de los primeros en responder. Vienen por lo tanto semanas apasionantes en un sector bajo presión en el que Digi vuelve a salirse del carril rompiendo una tregua que había durado demasiado.
Otra cosa es el impacto que jugar tan fuerte tendrá en los márgenes de Digi, que no está reparando en gastos para convertirse en el cuarto operador del mercado. El alza de los costes operativos por encima del 35% puede ser el primer aviso, aunque de momento el grupo está bien cubierto desde el punto de vista financiero por su 'pool' de bancos. La batalla promete nuevas emociones fuertes.