“La previsión de crecimiento de Latam ha sido revisada al alza en 0,5 puntos porcentuales en 2022 debido a una recuperación más sólida de lo proyectado en las grandes economías (Brasil, México, Colombia y Chile)”, apunta el FMI. En Brasil, el PIB crecerá a un ritmo del 1,7% este año, nueve décimas más de lo previsto en abril, y a un paso del 1,1% en 2023, tres décimas menos. El avance de México será del 2,4% este año (cuatro décimas más) y del 1,2 % el que viene (1,3 puntos menos).
Los datos muestran que Latam es de las pocas áreas que no están sufriendo drásticamente el impacto de la invasión rusa, salvo en inflación. A nivel global, el FMI rebajó el crecimiento al 3,2% este año y al 2,9% en 2023 y no descarta que las estimaciones empeoren por la alta inestabilidad mundial. La guerra ha gripado los motores económicos globales (EEUU, China y eurozona).
Por su parte, el Banco Mundial (BM) es menos optimista que el Fondo y ha reducido su proyección de crecimiento en Latam al 2,5% este año, una décima menos, debido a la elevada inflación, las peores condiciones financieras, el endurecimiento de la política monetaria en EEUU y la incertidumbre política en varios países de la región. Y cree que la expansión de la región se desacelerará aún más en 2023, al 1,9%, ocho décimas menos.
Tiempos inciertos
Aunque en la revisión de perspectivas el FMI no avanza nuevas previsiones de IPC, en abril ya avisó de que, aunque Latam tiene menos vínculos directos con Europa, espera que la región se vea más afectada por la inflación y el endurecimiento de las políticas fiscales. Por ello, pronosticó una inflación para el área del 13,7% en 2022 y del 10,1% en 2023, frente al 12,1% de 2021. En este sentido, cree que Latam tendrá que endurecer su política monetaria para contener unos precios que son ya un problema en muchos países.
Pero si bien el Fondo detecta mejoría superior a la esperada en la primera mitad del año en Latam gracias a la reapertura de la economía tras la pandemia y al encarecimiento de las materias primas, advierte de que en la segunda mitad de año se otea ya un “inevitable” debilitamiento que continuará en 2023, cuando comiencen a notarse más los efectos globales de la guerra.
Según el FMI, aunque algunos países tienen una cesta exportadora similar a las de Rusia o Ucrania y podrían aprovechar la coyuntura adversa de esos países para mejorar su comercio exterior en determinados productos y optar a mayor presencia en mercados globales, también señala que para ello habría que destinar mucha inversión y eso lleva tiempo. De hecho, muchos analistas inciden en que, pese a las perspectivas, el actual ‘boom’ de las materias primas no está entrañando para el área, y especialmente para los países exportadores de Sudamérica, el ‘maná’ que cabría suponer.
Efectos contrapuestos
Con la guerra en Ucrania se han disparado los precios de las materias primas en los mercados internacionales, pero al mismo tiempo se ha generado una ola inflacionaria que en parte ha contrarrestado el impacto positivo para estos países de la importante subida de petróleo, metales, gasolina, gas natural, trigo, maíz y soja y, algo que movió a empresas y países a buscar fuentes alternativas de suministro. Para el FMI, y aunque Latam se percibe por los inversores como área que puede ser parte de la solución a la crisis alimentaria y a la disminución de la oferta energética, para aprovechar al máximo el contexto, los países tendrían que impulsar reformas para subir la productividad y la competencia, cambiar los sistemas tributarios y reducir la desigualdad.
Asimismo, y aunque señala, como el BID (que ha llamado a la región a compensar la falta de suministro de materias primas), que si bien la actual situación constituye una ventana de oportunidad para Latam tras el Covid, es sabido que tradicionalmente basar el crecimiento principalmente en la exportación de recursos naturales, incluso en un contexto de crisis, es mala idea. Se trata de la maldición de los recursos naturales, que afecta a los países que, pese a ser ricos en materias primas, tienden a seguir atrapados en un bajo nivel de desarrollo porque exportan productos sin valor agregado, como petróleo, minerales o grano, mientras se ven obligados a importar productos manufacturados, lo que en el actual contexto de alta inflación, hace que tanto las finanzas públicas como las de los hogares se vean dañadas.
Para muchos, expertos, de momento no está claro si los mayores precios de las materias primas en los mercados internacionales van a generar más ventajas que desventajas para Latam, dado el fuerte incremento de la inflación mundial y el impacto de la inflación energética y de la inflación alimentaria, en los hogares de todo el mundo. Un aumento que en algunos países, como Panamá, ya ha desatado una ola de protestas sociales.