El anuncio de la presidenta de la CE se hizo sobre la base de la posibilidad de que Rusia corte el suministro de gas a través del gasoducto Nord Stream que estaba en ese momento fuera de servicio por mantenimiento. El jueves 21, sin embargo, Rusia anunció la reanudación del suministro tras las labores de mantenimiento, aunque su ritmo se mantendrá en el 40% inaugurado con la guerra en Ucrania. Rusia, sin embargo, ha anunciado este fin de semana otro recorte adicional hasta el 20% del flujo de gas por motivos técnicos.
Por añadidura el presidente ruso, Vladimir Putin, pese a decir que el suministro de gas a Europa se mantendrá, ya había advertido que las sanciones a Moscú pueden alterar el volumen de entrega a través del sistema.
Ribera había puntualizado que los objetivos de ahorro europeos no se realizarían a expensas de los consumidores españoles que tienen garantizado el suministro gracias a las fuertes inversiones realizadas en plantas regasificadoras, sistemas de conducción de gas y acuerdos internacionales para gasoductos, aunque la Moncloa haya tirado piedras sobre su propio tejado con el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental irritando a Argelia, un suministrador clave a través de Medgaz.
A esto se suma que en mayo de 2021 Argelia canceló el contrato del gasoducto por Marruecos a su vencimiento por la crisis entre Rabat y Argel que abastecía también a España. Mientras, parece que la guerra en Ucrania al romper los equilibrios energéticos en Europa ha apaciguado la virulencia de la ministra de Transición Ecológica contra el gas natural.
Un subproducto del cuestionamiento del gas ha sido la larga batalla en torno al Informe de Impacto Medio Ambiental para Reganosa en El Ferrol, en la cual la Xunta de Galicia tiene una participación del 28,6%, finalmente aprobado a finales del 2020. Reganosa y Enagas, propietaria de la planta de El Musel en Asturias paralizada desde 2012, estuvieron embarcados en una guerra de recursos cruzados en un intento de bloqueo mutuo de inversiones.
Se suponía que la falta de autorización para El Musel estaba fundada en un excedente de capacidad en la red de gas regional por proximidad. Finalmente esta última planta ha dejado caer el plan regasificador y se ha volcado al hidrógeno verde, llave maestra para obtener la licencia.
Algo más que las batallas locales
Pero mientras estas son algunas de las batallas locales que parecen haber quedado como historia distante por la crisis energética que la guerra ha desatado, el problema de Alemania quema la manos al Gobierno tricolor de Olaf Scholz. Las organizaciones empresariales alemanas han advertido sistemáticamente que el encarecimiento del gas y su transmisión a los precios de la energía eléctrica, así como al resto de los combustibles, va a colocar a la industria alemana al borde del colapso.
La semana pasada, Scholz anunció el rescate del grupo energético Uniper a un coste de 15.000 millones de euros entre líneas de crédito y capital a cambio de una participación del estado del 30% en acciones nuevas. Esto pone de relieve que las advertencias de los empresarios no son vanas.
La industria alemana no podrá competir a los presentes precios de la energía y se verá a partir de este otoño amenazada no sólo por una recesión que el Banco Central Europeo (BCE) ha hecho inevitable, sino a una ola de pérdidas crecientes. Pese a ello la solución no está al alcance del Gobierno porque depende realmente del desarrollo de la guerra en Ucrania.
La propuesta de la CE anunciada por von der Leyen ofrece un pacto voluntario para el ahorro de un 15% del consumo de gas por parte de todos los estados miembros, pero advierte en el plan propuesto que de no prosperar el acuerdo voluntario se le podría dar carácter obligatorio.
La posibilidad de la extensión del malestar político en la opinión pública de los países que no tienen problemas de suministro de gas y tienen energía a precios más bajos, como es el caso de Francia a resultas de su infraestructura nuclear, ha encendido la mecha en Portugal, España, Francia, Italia y Grecia… de momento. De ahí que la Comisión Eiropea haya retirado, más bien suavizado, su propuesta de recortar hasta un 15% , como media general, su de reducir los consumos de gas en todos los países de la UE.
Pero lo que ha dejado al desnudo es que se trata de una operación para lograr asegurar el suministro a Alemania a expensas del mercado interior de los otros 26 socios de la UE.
Un plato que no se puede comer ni frío ni caliente, pero que la Europa del Norte apoya sin fisuras. Esto promete más tensiones en el seno de la UE.
Está claro que hay soluciones inmediatas y proyectos mediatos. La crisis de la energía desatada por la guerra ha roto todos los equilibrios y ha desembocado en un incremento considerable de las emisiones de CO2 entre otras cosas porque grandes países industriales como Alemania han reactivado las centrales de carbón para hacer frente a la escalada de los precios.
El plan de reducción de emisiones de la UE se puede considerar descarrilado, como ya era evidente en marzo (https://www.capitalmadrid.com/2022/3/7/61911/a-la-ue-le-descarrila-su-viejo-plan-de-descarbonizacion.html).
La posibilidad del hidrógeno verde se ha presentado de momento como una palanca importante para movilizar inversiones y rescatar proyectos como ha dejado ver el desbloqueo de El Musel, que se destinará a almacén de gas y a planta generadora de hidrógeno mediante electrólisis, aunque la posibilidad de conducir hidrógeno por tuberías del sistema de gas no está aun científicamente homologado según algunos expertos.
Reactivar viejos proyectos
Esta es la llave que parece destinada a permitir que el viejo proyecto del gasoducto Midcat, de momento paralizado en Hostalric, se reactive. La propuesta se ha hecho recientemente a la UE pero sobre la base de conducción de hidrógeno verde. El objetivo es lograr que sean los planes de inversión de la UE lo que desatasque el proyecto compartido por Enagas y la italiana Snam, que no cae muy simpático a la vecina Francia cuyo territorio debe recorrer.
Una falta de sintonía que tiene que ver con la competencia que el ingenio representaría para Toral y los sistemas de gas franceses. Parece que ni la guerra en Ucrania ni la inmensa crisis energética que nos amenaza mientras dure la guerra puede hacer que algunos planes se materialicen. La crisis política en Italia mientras ha puesto de relieve como las tensiones colaterales a la guerra extienden la inestabilidad política como una mancha de aceite, Borios Johnson incluido.