La eléctrica brasileña ha llevado a cabo hace apenas un mes un proceso de privatización acelerado por el actual presidente del país, Jair Bolsonaro, a cinco meses para las elecciones en el país con el fin de cumplir con su promesa electoral de seguir “achicando el Estado”.
Una operación culminada el pasado 14 de junio con un simbólico toque de campana en la Bolsa de Sao Paulo y otro evento similar realizado unos días después, el 24 de junio, en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE) para dar muestras de su carácter internacional.
De este modo, la participación del Estado se ha reducido por debajo del 50% en una operación en la que ha captado 6.000 millones de dólares en lo que ha sido la segunda oferta pública más grande en la historia de Brasil, después de Petrobras en 2010. Una medida que según la compañía supondrá un nuevo modelo de gobernanza y un notable impulso a sus inversiones.
En medio de este giro estratégico, las acciones de la compañía eléctrica brasileñas acumulan una revalorización del orden del 50 % en el acumulado del año. Pese a este movimiento alcista, la cotización se sitúa todavía lejos de los precios alcanzado antes de la pandemia.
Este aspecto junto a la recuperación económica del país lleva a algunos operadores a pensar en Electrobras como una buena oportunidad como para sacar un 20 % adicional a corto plazo desde su actual cotización en el Latibex en torno a los 8 euros por acción.