Por cierto, un best–seller editorial en el que detallaba asuntos tan poco conocidos, hablando de malos pagadores, como el modo en que Alemania ha ido sorteando el pago de su deuda de las dos guerras mundiales del siglo pasado durante años y años y obteniendo quitas milagrosas e incluso renuncias de países a cobrar, por tecnicismos legales como fue su segregación tras la última guerra mundial, y hasta por aburrimiento.
Pues bien, una vez más y por desgracia, la situación económica internacional puede llevarnos a situaciones parecidas a las que vivió Europa en la última crisis de deuda. Incluso a situaciones peores, me atrevería a decir, dado que actualmente una parte del problema se debe a una guerra, a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Esto ha disparado el precio de la energía y las materias primas que está sufriendo Europa, con unos precios energéticos desbocados que han impactado en la inflación y que hacen temer además una crisis alimentaria.
Nadie discute a estas alturas que es imprescindible hacer una transición energética hacia un futuro renovable, pero todos los expertos consideran que es imposible hacerla sin combustibles de respaldo como el gas. Las cifras lo demuestran, hoy en día todavía el 80 por ciento de la energía primaria del mundo son energías fósiles como el gas, el petróleo y el tan denostado carbón, que por cierto Alemania sigue quemando a diferencia de otros países de Europa como España, y que sólo un 15 es renovable, contando la hidráulica, la eólica, la solar y los residuos.
Y es aquí, en esta relación con los combustibles fósiles donde surge la debilidad energética europea, sobre todo en países como Alemania, con una dependencia casi asfixiante del gas proveniente de Rusia. Esto sucede, sobre todo, debido a que hace pocos años nuestro vecino del norte se hizo una especie de –harakiri¬– al decidir cerrar su sector nuclear a la tremenda. En pocos años las consecuencias han sido muy negativas, Alemania ha visto dispararse sus emisiones de C02, subir notablemente sus precios energéticos, y tener una dependencia del gas ruso que hace que hablar allí de soberanía energética parezca una broma.
La nuclear produjo en Alemania un 13,3 por ciento de la energía eléctrica en 2021, comparado con el 22,4 del año 2010. Esto se debe a que el 30 de mayo de 2011, la canciller Merkel anunció su plan para abandonar completamente este tipo de energía, que ha incluído hasta ahora el cierre de ocho centrales nucleares, lo que desde entonces ha ido suponiendo un crecimiento acelerado de las importaciones de gas ruso hasta llegar a la situación actual de guerra en Ucrania.
Más datos
.En 2021 Alemania importó petróleo crudo y gas natural por valor de 19.400 millones de euros, lo que supuso un aumento del 49,5% y representó el 59% de todas las importaciones de Rusia. Alemania importa en torno al 60% de su consumo energético, con cuotas de importación de entre el 94% y el 100% para el petróleo, el gas y la hulla. La mitad de las importaciones alemanas de gas y hulla y alrededor de un tercio de las importaciones de petróleo proceden de Rusia.
Unas cifras de dependencia de Rusia que asustan, y que probablemente tienen mucho que ver con el hecho de que la propia Unión Europa haya cambiado hace nada la consideración de la energía nuclear a etiqueta verde, para desgracia de todos los ecologistas patrios y también curiosamente del actual Gobierno español.
Al margen de las ideas personales de cada uno, es evidente que esas iniciativas alemanas tomadas por la canciller Merkel dejaron a la economía alemana totalmente dependiente de Rusia, y sigue siendo evidente que esta situación está condicionando ahora mismo importantes decisiones de la UE en materia energética, dado que una gran parte del sur del viejo continente es mucho menos dependiente de las importaciones de gas ruso, cada nación por distintas circunstancias. Por ejemplo, España por su parque de regasificadoras y sus conexiones con el norte de África, y Francia por su decidida apuesta nuclear.
Todos estos comentarios traen a colación unas declaraciones que escuché hace muy poco en una conferencia al empresario y ex ministro del PP, Josep Piqué, que afirmó que sí tras la actual crisis energética emerge otra de deuda, lo que desgraciadamente no sería descartable, esperemos que Alemania haya aprendido la lección y sepa ser solidaria con el sur como ahora están siendo con ella los países mediterráneos, ya que que hay que saber estar a las duras y a las maduras. Pues eso. Esperemos que así sea, sí llega el caso.