Un laboratorio que lo ha pasado mal durante la pandemia, pero que ahora parece dispuesto a despuntar de nuevo.
Sus cuentas así lo avalan. La compañía cerró el primer trimestre con un beneficio neto de 26,6 millones de euros. Esta cifra supone un incremento de casi el 24% respecto a igual período del año anterior.
Los ingresos, por su parte, crecieron más de un 19% hasta los 125 millones de euros gracias a sus dos principales motores de crecimiento. Licencias y Latinoamérica. El laboratorio ha destacado la buena marcha de sus tres grandes moléculas: Bilastina, Hidroferol y Mesalazina.
Entre las tres han facturado un 19% más, impulsando los ingresos junto con el negocio internacional. Este último ha crecido a doble dígito gracias a sus filiales de Latinoamérica, en especial, junto con las divisiones de Exportaciones y África.
Una positiva evolución que ahora espera mantener a lo largo del año, a pesar del deterioro económico internacional provocado por la guerra de Ucrania y la inflación desbocada. En la junta de accionistas realizada la pasada semana, el grupo prevé aumentar un 11% su beneficio neto este año.
Su buena posición financiera, sin deuda y con una caja neta superior a los 60 millones de euros, permite además a la compañía tener en mente la posibilidad de salir de compras para acelerar su crecimiento. De hecho, Faes no ha descartado abordar una operación corporativa antes de finalizar el año.
En este marco, las acciones de Faes acumulan una subida de cerca del 15% desde principios de año, pese a la intensa volatilidad provocada por la guerra, la inflación y las subidas de tipos de interés. Su principal piedra de toque en el proceso de recuperación de su tendencia alcista se encuentra en las inmediaciones de los 4 euros por acción.
Si el valor supera en breve esta resistencia y las condiciones del mercado van mejorando, no sería extraño ver su cotización acercarse en los próximos meses a sus máximos absolutos, registrados justo antes de la pandemia.