Consciente del temor y alarma que crea su triunfo y de la necesidad de tranquilizar a los mercados, Petro ha tratado en las últimas semanas de ‘suavizar’ un programa en el que aboga por cambios radicales.
“Desarrollaremos el capitalismo en Colombia”, dijo el domingo Petro, que se ha ido acercando al empresariado para mitigar el miedo de quienes lo ven como un radical que podría expropiar y hacer del país otra Venezuela. Su elección, con una histórica cifra de voto (11,2 millones) lleva al país, en cualquier caso, a un período de cambio económico de aún incierto calado. Se desconoce su Gobierno, aunque el ex ministro de Hacienda José Antonio Ocampo podría liderar Economía. Las reformas socioeconómicas que acometerá desde el 7 de agosto, cuando reemplace a Duque crean expectación e incertidumbre.
Ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá, Petro logró el 50,5% del voto en segundo turno, frente al 47,3% del derechista Hernández. La llegada al poder del líder del Pacto Histórico, al que acompaña como primera vicepresidenta afro Francia Márquez, es un auténtico giro en un país gobernado históricamente por la derecha, mucho mayor que los operados con Boric en Chile o Castillo en Perú.
Amplia incertidumbre
Muchos temen un cambio de rumbo en la política económica pro-mercado y desconfían de su plan de eliminar gradualmente petróleo y carbón, lo que entrañaría un golpe a las finanzas del país. El índice de referencia en la Bolsa acogió su triunfo con una caída del 5,89%, con Ecopetrol liderando pérdidas.
Entre sus planes están declarar la emergencia económica y reducir la inflación; frenar nuevas exploraciones de petróleo para impulsar la transición energética; cambios drásticos en salud y pensiones; una reforma tributaria que afectará a los ricos y medidas para frenar importaciones y proteger a la industria local.
Su triunfo se explica por el gran deseo de cambio y el descontento social en el país: supo ganarse a jóvenes y mujeres con una agenda basada en la igualdad, cambios económicos y políticas de medio ambiente.Pero deberá cumplir las expectativas en un país polarizado y con propuestas que pueden sacudir el rumbo económico. De ellas, la transición desde el crudo a energías renovables es la que crea más controversia. Su plan es dejar atrás la economía ‘extractivista’ para afrontar el cambio climático y frenar la concesión de nuevas licencias de exploración petrolera. Todo ello en un país en el que el petróleo es la principal fuente de exportación y la primera fuente de ingresos estatales.
Aunque ha aclarado que lo que plantea es acabar con la exploración y no con la explotación y que su aspiración es avanzar a una economía verde, los expertos, incluidos los de izquierda, juzgan irrealizable cumplir los programas sociales que defiende prescindiendo de los ingresos petroleros. Y señalan que la transición energética puede ser muy costosa si se hace mal. Desde el sector industrial se alerta de que el fin de la exploración de crudo y gas tendría efectos nefastos sobre comercio y crecimiento, pero Petro juzga que el impacto económico sería contrarrestado por el aumento inversor en renovables y en los incipientes segmentos de almacenamiento en baterías e hidrógeno. Y cuenta con potenciar sectores como el turismo para elevar los ingresos.
No asustar a los inversores
También busca una reforma agraria para reducir la desigualdad en la propiedad rural, subiendo impuestos a la que “no se use adecuadamente”. Pero insiste en que no expropiará. El 52% de las tierras pertenece al 1,5% de la población. También subirá la participación estatal en el sistema de pensiones, hoy con gran protagonismo del sistema financiero privado: quiere un modelo único, público y universal que no dependa de la capacidad de pago de los pacientes.
Asimismo, propone un sistema impositivo progresivo a partir de una reforma orientada a gravar a las 4.000 mayores fortunas. Petro ha dicho que no apuntará hacia las empresas productivas sino a activos improductivos, dividendos y transferencias al exterior. La meta es aumentar el espacio fiscal unos 5,5 puntos del PIB anuales a través del alza de la recaudación y destinar la mitad a nuevos gastos y la otra mitad a reducir déficit. Además, quiere asignar al Estado el rol de empleador de las personas que no logran trabajo con un programa que será complemento permanente del empleo privado.
Para sector privado e inversores, que miran con recelo su plan económico, la ‘buena noticia’ es que muchas de sus propuestas pueden quedar estancadas en el Congreso, donde será necesario llegar a consensos para aprobar leyes. Para los expertos, la necesidad de trabajar con un Congreso fragmentado y los controles y equilibrios institucionales deberían ayudar a limitar el alcance de cambios radicales. Desde las agencias de riesgo ya se pide a Petro políticas prudentes y no asustar a la vital inversión extranjera. Y se destaca el papel clave que jugará el Banco de la República en la estabilidad económica.
Es aún una incógnita cómo afectará su triunfo y sus políticas a una economía que bajo Duque ha impulsado la llegada de IED y estrategias para captar deslocalizaciones de EEUU. El BID cree que Colombia puede sumar a corto 2.000 millones en exportaciones por ese ‘nearshoring’. Bogota prevé que la inversión exterior, pilar de la reactivación, IED aumente el 16% en 2022 tras el +46% de 2021. En el primer trimestre lo hizo el 120%, con un avance en el sector petrolero del 359%. La reactivación del país en 2021 fue una de las más dinámicas del área. Tras una caída del 6,8% en 2020, el PIB avanzó el 9,5% en 2021. El FMI otea para 2022 un 5,8%, que Bogotá sube al 6,5%.
La inversión española, mayoritariamente con voluntad de largo plazo, ha mantenido su confianza en el país incluso bajo el Covid. Colombia es el quinto país en el que las firmas españolas prevén invertir más en 2022 y uno de los tres más atractivos para ellas. España es primer inversor europeo y segundo mundial tras EEUU, con 17.211 millones en la última década.
Allí operan 700 empresas españolas, en todos los sectores, desde Sacyr, Ferrovial, OHLA, Repsol y Acciona a ACS, FCC, BBVA, Mapfre, Santander, Naturgy, Comsa, Telefónica, Inditex, Indra, Ortiz, NH, Hotusa, Grenergy y Meliá. Y un creciente número de renovables y pymes. Madrid y Bogotá firmaron recientemente un nuevo Acuerdo de Protección y Promoción Recíproca de Inversiones.