La cifra, de concretarse, supondría alrededor de un 3% del valor total de las empresas del mercado continuo español y cerca de un 5% de las del Ibex 35. ¿En qué se traducen estos números? En una alarmante pérdida de liquidez y profundidad del mercado español, que asiste impotente a un desfile permanente de empresas de todos los sectores hacia la puerta de salida del mercado. La lista es muy amplia.
Este mismo año, ha dejado el parqué Zardoya Otis, un clásico entre los clásicos que capitalizaba en el momento de la exclusión más de 3.300 millones de euros. Es sólo la última ficha de un tablero que completan Bolsas y Mercados Españoles, Biosearch, Barón de Ley, Solarpack, y las operadoras MasMóvil y Euskaltel. En mayor o menor medida, dejan un hueco que de momento parece difícil de llenar.
"Es una tendencia preocupante, que se agrava por la dura realidad que supone que no llegan nuevas empresas a la bolsa española. Hay múltiples razones, entre otras que los costes de nuestro mercado no son los más competitivos, pero lo cierto es que la tasa de reposición es cero. Y eso es muy malo para la imagen de la bolsa española, que en estos últimos años ha perdido empresas de mucho tamaño", señalan fuentes bursátiles.
Siemens Gamesa es sólo el último ejemplo, y también el más representativo. Primero porque es un valor del Ibex 35 con una capitalización de cinco dígitos. Y, segundo, porque era una de las empresas que tras la fusión de Siemens Wind Power y Gamesa en abril de 2017 parecía tener todas las credenciales para consolidar uno de los grandes grupos energéticos del país. Pero la historia amenaza con durar bien poco.
Después de varios 'profit warning', los accionistas del grupo tendrán que conformarse con una oferta a la baja de la matriz alemana. Todo apunta a un final de etapa en bolsa y a una pérdida ya se verá hasta qué punto irreparable para el mercado bursátil español, que hace mucho tiempo que no es capaz de atraer proyectos atractivos en forma de salidas a bolsa capaces de atraer nuevos inversores.
Salvo algunas excepciones como Acciona Energía, que salió al mercado el año pasado con una valoración de 8.800 millones de euros, no hay operaciones demasiado atractivas a la vista. El año pasado, Allfunds eligió Amsterdam a pesar de su DNI español y las pocas esperanzas de que Repsol sacara a bolsa su negocio de renovables a corto desaparecen de momento tras la recién cerrada venta de 25% de la compañía a Crédit Agricole y el fondo especializado en infraestructuras EIP.
En el horizonte se ven operaciones más pequeñas como la de Ibercaja o más modestas aún como la de OPDE -las dos fueron lanzadas en el pasado y paradas prácticamente en el último minuto- que en el mejor de los casos paliarían sólo un parte de la capitalización perdida desde 2020. Con un dedo no se tapa el sol, y hará falta dar una seria vuelta de tuerca a las reglas del juego del mercado español para parar una sangría histórica.