Las exportaciones crecieron en tasas anuales próximas al 30% mientras nuestras compras al exterior avanzaban prácticamente al galope, entre un 40- 45%.Tres cuartas partes de esas elevadas tasas Interanuales obedecían a alzas de precios; descontando su efecto, los volúmenes intercambiados resultan más modestos aunque siempre positivos
El volumen de las importaciones y de las exportaciones muestran una buena salud económica. Por un lado competitividad exportadora, y por otro actividad productiva que reclama más mercancía, con una especial predilección por la maquinaria y otros bienes de equipo. La factura del gas y del petróleo, sin embargo, disparada.
El saldo comercial, es decir el registro de exportaciones e importaciones, es un reflejo de una economía con buena salud. Crece el número de exportadores a la vez que nuestras ventas al exterior avanzan a un ritmo más rápido que el de nuestros vecinos europeos o el de otras economías desarrolladas.
El déficit comercial reciente tiene una doble explicación: la meteórica subida de los precios de los productos energéticos y el desequilibrio cada vez mayor de nuestros intercambios con la República Popular China. En efecto, mientras consolidamos un superávit comercial con la UE de 5.248 millones de euros, el desgarro comercial con China se amplía hasta los 6.364 millones de euros. La globalización por sí misma coloca a China cómo nuestro principal y destacado primer suministrador, netamente por delante de Alemania y Francia.
Mientras sigue la enorme discusión por el tráfico de mascarillas y la exigencia por parte de la oposición de una rebaja fiscal, no hacemos más que repetir aquella advertencia de don Eugenio D´Ors “Prevalece la anécdota sobre la categoría”
Cataluña es la principal autonomía exportadora y la segunda autonomía importadora después de Madrid. Ahora bien, Cataluña tiene un déficit comercial con el resto del mundo y un superávit con el resto de los territorios del llamado Estado español. Sin este acogedor mercado interno, Cataluña tendría que realizar buenos sacrificios para equilibrar compras y ventas internacionales. Gracias al resto de ciudadanos españoles no precisa de este tipo de reajustes dolorosos