Pasados los primeros efectos negativos y cerrada la nueva cúpula con una nueva estructura de dos consejeros delegados, la cotización dio un gran salto hasta los 11 euros en cuestión de un año. Recuperó de una tacada los niveles anteriores al comienzo del Covid-19 en una impresionante demostración de fuerza. Y en 2022 el valor ha estado sometido a una enorme presión, tanto por factores puros de mercado como por los generados por sus accionistas y proyectos de futuro.
De lo que ha pasado en lo que va de año se pueden sacar dos grandes conclusiones. La primera es que al mercado no le gustan los cambios en lo que al control se refiere. El anuncio de que el Estado quiere elevar su participación hasta el 28% provocó un repliegue inicial de los inversores. Un movimiento que cogió velocidad con el aviso del Gobierno de que la industria de Defensa española debe ganar tamaño para evitar la fragmentación.
Cambio de equipo
El otro pico de incertidumbre llegó el pasado 1 de abril, con el anuncio de la salida del director general y financiero de la compañía, Javier Lázaro, un hombre cercano al ex presidente Abril-Martorell al que Indra busca sustituto. La noticia provocó una caída de Indra superior al 5% el pasado 1 de abril, y ventas como las de la gestora del Santander, que ha reducido su participación por debajo del umbral del 3%. Entre las firmas de análisis, Renta 4 ha sacado a la compañía de su listado de valores favoritos.
Porque la segunda gran conclusión es que siempre hay dinero dispuesto a aprovechar las ventanas de oportunidad en Indra. Después de cada revolcón viene un rebote y la acción tiene una nueva oportunidad para demostrarlo después de una caída cercana al 10% en lo que va de mes, que es la mayor en el Ibex 35. El valor ha entrado en negativo en bolsa en 2022, aunque se está agarrando como una lapa al soporte de los 9 euros desde el que ya ha rebotado en otras ocasiones.
“Creo que hay que quitar hierro a la intención del Estado de elevar la participación. En empresas como la italiana Leonardo o la francesa Thales, los Estados tienen participaciones superiores al 25%, frente al 18% del español en Indra. La compra de otro 10% no sería en absoluto dramática ni dejaría a Indra en una situación de inferioridad respecto a sus competidores. No tiene por qué suponer grandes cambios en la estrategia del grupo, aunque a corto plazo introduzca un elemento de incertidumbre sobré el cuánto y el cuándo de estos movimientos”, señalan en fuentes bursátiles.
Pasada la tormenta
En cualquier caso, parece que lo peor de la tormenta ha pasado. La presión bajista ha remitido significativamente en las dos últimas sesiones, y algunos fondos estadounidenses-Fidelity ha alcanzado el 4% del capital- han tomado posiciones en Indra aprovechando la caída. Signos de reactivación que aún deben confirmarse para una de las compañías con mejor recomendación de la bolsa española. Tanto es así que los analistas creen que la acción puede rebotar cerca de un 40% desde sus actuales niveles.
Indra es una de las pocas compañías del Ibex 35 que no tiene recomendaciones de venta mientras que, en el otro lado de la balanza, alrededor de tres cuartas partes de las firmas que siguen el valor recomiendan comprar. Morgan Stanley, una de las firmas más escépticas con Indra, acaba de elevar su recomendación desde vender a mantener con un precio objetivo de 11 euros. Por lo tanto, los analistas están subiendo su apuesta sobre Indra en un momento en el que la compañía se la juega en todos los frentes.