El alto precio del gas y de los derechos de emisión se han combinado para crear un escenario de precios récord de la energía en toda Europa, aunque en España, por las características del mercado interior, la presión se haya sentido de forma inmediata comparado con otros países donde hay un cierto desacople en el tiempo entre el incremento del precio de los combustibles y el de la energía.
En España de momento no se ha registrado una tendencia a la frustración de los proyectos de renovables. De hecho hay una verdadera avalancha de iniciativas que ha llevado a Ecologistas en Acción a señalar que la ausencia de planificación en el desarrollo de las renovables, eólicas y fotovoltaicas, va a llevar a una concentración desigual de recursos de generación por falta de coordinación y programación de las autoridades locales y nacionales.
Las fuentes consultadas en torno a este potencial cuello de botella señalan que la posibilidad del desarrollo de comunidades energéticas locales sería una vía de ordenamiento de los proyectos. Repsol ha establecido una experiencia en este sentido con Ekiluz, un proyecto conjunto con la división de energía renovable de LKS Krean del Grupo Cooperativo Mondragón.
Mientras tanto, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) propuso un plan de 10 puntos para hacer frente a la posibilidad de que el flujo de gas de Rusia, que representa el 40% del consumo europeo, se corte. Ya sea por decisión del gobierno de Vladimir Putin o por decisión de la Unión Europea (UE) dentro de una ampliación de las sanciones económicas, algo improbable por parte de Bruselas. Algunos de los puntos dependen de la actitud de los consumidores, otros requerirían medidas suplementarias por parte de los gobiernos de la UE. Fuera del menú, sin embargo, hay una opción que la Agencia explicita que no está entre las propuestas para reducir el consumo de gas porque no supone una reducción de emisiones.
Se trata de desplazar parte de la generación con gas a la generación con carbón y combustibles fósiles líquidos. Este desplazamiento de la generación supondría un ahorro de 28.000 millones de metros cúbicos de gas, estima la AIE. “La mayor cuota de esta potencial reducción de consumo de gas se obtendría trasladando generación de gas a carbón. Una generación adicional de 120 Tera Vatios hora (TWh) en la generación por carbón recortaría el consumo de gas en 22.000 millones de metros cúbicos al año”, afirma la Agencia.
Como se verá, el riesgo de que el proceso descarrile si se prolongan las hostilidades sin una salida negociada, no es banal. De fondo el problema son las fuertes tensiones en los precios que son muy anteriores a la guerra en Ucrania y que están en su base relacionadas con los carteles de producción de crudo y gas, y la fuerte especulación en los mercados de futuros, incluido el de los derechos de emisión de carbono.
No obstante la AIE señala en el punto 4 de su propuesta que para este año se espera un incremento en la generación renovable, solar y eólica, de 100 TWh respecto de 2021 lo que representa un 15% de aumento en un año. La Agencia señala que una aceleración de la aprobación de proyectos pendientes de autorización podría aumentar la generación en 20 TWh adicionales este año. Dentro del menú vale la pena mencionar la propuesta de retrasar los cierres de centrales nucleares. En Europa “está previsto el cierre de 4 reactores nucleares este año, y uno suplementario en 2023. Un retraso temporal de estos cierres, garantizando una operación segura de las centrales, podría ahorrar 1 TWh suplementario por mes”.
Generación nuclear
Actualmente la generación nuclear es la principal fuente de electricidad de bajas emisiones en la UE. En 2021 varios reactores fueron temporalmente suspendidos para su mantenimiento y control de seguridad. Si esos reactores reanudan su actividad y se pone en marcha un reactor nuevo en Finlandia en la UE se aumentaría la generación nuclear en 20 TWh este año de acuerdo con los analistas de la AIE. Esto pone sobre la mesa la calificación de “verde” de la energía nuclear en la taxonomía de la UE, objetivo que cuenta con el apoyo de la CE y la potencial oposición de Berlín.
Tras el accidente nuclear de Fukuyima en Japón en 2011 el gobierno de la canciller Angela Merkel en Alemania emprendió su Energiewende, la revolución energética cuyo acto inicial fue decretar el cierre definitivo de las centrales nucleares en su país. La decisión encareció la tarifa eléctrica en el país y las grandes eléctricas alemanas, Eon y RWE, aún se duelen de esa decisión del gobierno. Pero existe una corriente de opinión muy fuerte en el sector industrial alemán según la cual la transición diseñada por Merkel ha fracasado por los costes excesivos que debe absorber la industria y los clientes residenciales. El territorio de la energía nuclear mientras tanto no ha sido abandonado por las empresas de ingeniería especializadas en esta forma de generación.
Siemens Energy, la francesa de tecnología Thales y el fabricante de sistemas de láser Trumpf han llegado a una asociación con la start-up Marvel Fusion. Ésta es en realidad una empresa con el perfil de un centro de investigación que tiene estudios avanzados para la generación de energía mediante la fusión nuclear. La sola idea que empresas industriales con la dimensión de esos socios aspiren a desarrollar sistemas viables de generación por esta vía indican, aunque la experiencia fracase, que el horizonte nuclear sigue en liza.
Una de las consideraciones de la AIE se refiere a la continuidad de los “beneficios caídos del cielo” en 2022 a causa de las condiciones del mercado y el diseño del sistema de fijación de precios de la energía mediante la subasta marginalista. La estimación de la Agencia es que este año esos beneficios en la generación nuclear, hidráulica, por gas, carbón y el resto de las renovables ascenderían en la UE a 200.000 millones de euros.
Según el estudio los países miembros han gastado en amortiguar el impacto de la factura eléctrica sobre los consumidores finales unos 50.000 millones de euros. En una consideración lejos del agrado de las compañías eléctricas la AIE propone que se aplique un impuesto a los beneficios extraordinarios generados por las condiciones del mercado como han algunos países, entre ellos España.