A mediados de los años setenta, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) llevaron a cabo un embargo petrolífero a los países occidentales por su apoyo a Israel en la Guerra del Yom Kippur. Los efectos de aquella crisis del petróleo resultan similares a los de la crisis actual. Ahora, la suspensión de las compras de petróleo ruso por parte de Estados Unidos, Canadá, Australia y algunos países europeos ha conducido a otra situación de emergencia, porque Rusia produce uno de cada diez barriles de crudo en el mundo.
La AIE estima que la demanda de petróleo de los países occidentales se puede reducir en 2,7 millones de barriles en cuatro meses, modificando la forma de conducir y la velocidad en las carreteras, para compensar los tres millones de barriles de producción rusa, señala ZeroHedge.
La agencia que se creará en la época de Henry Kissinguer como secretario de Estado, ha presentado un decálogo de medidas para ahorrar petróleo, entre las que se encuentran la reducción del límite de velocidad en carreras en al menos 10 kilómetros a la hora, el teletrabajo en casa de hasta tres días a la semana, los domingos sin coches en las ciudades y el abaratamiento en el uso del transporte público, así como la movilidad a pie y en bicicleta.
Otras medidas parecen requieren algo más que la iniciativa individual, como el acceso alternativo de coches a las carreteras, el uso compartido de vehículos y prácticas para reducir el uso de combustible (más presión en las ruedas), conducción eficiente de camiones, uso de trenes en lugar de aviones. También recomienda evitar los viajes aéreos de negocios cuando existan opciones alternativas y reforzar la compra de vehículos eléctricos.
Regreso a los setenta
La inflación de los alimentos y la de los precios del petróleo, que se vive ahora, presenta muchas similitudes con lo que sucedió en los años setenta. Nicholas Colas, fundador de DataTrek, es un reputado gurú de Wall Street con más de 30 años de experiencia en bancos y sociedades de inversión. Colas realiza una foto en este medio digital sobre lo que supone la inflación. En 1975 fue a hacer unos recados con un billete de diez dólares, cuando el total superaba los once dólares. “¿Qué quieres devolver?" le preguntó el cajero. No tenía ni idea. Nunca me había quedado corto antes. Al final, eligió los artículos de precios más bajos que harían que la factura bajara a menos de diez dólares. Caminé a casa en estado de shock. Mi familia no era rica, pero siempre habíamos tenido suficiente dinero para comprar comida y recuperar el cambio de la transacción. ¿Qué acababa de pasar? ¿Fue mi culpa?”. Esta sensación ha vuelto a instalarse en la sociedad. “Si no experimentó la inflación de la década de 1970, no sabe lo mala que puede ser”.
Una segunda característica de finales de los años setenta fue el elevado desempleo. Nicholas Colas señala que en ahora mismo no existe un paralelismo entre los años setenta y principios de los ochenta, de gran desempleo, porque en este momento la tasa de paro se encuentra en el 3,8%.
Pero se pregunta cuál es el margen de actuación de la Reserva Federal para controlar la inflación sin que las subidas de tipos de interés no vayan a provocar un crecimiento del desempleo. “La lección central de las subidas de tipos del entonces presidente de la Fed, Paul Volcker, a principios de la década de 1980 es que la recesión es la forma más rápida de reducir la alta inflación”, señala Colas.
La diferencia ahora es que la Fed de Paul Volcker logró un número (oferta de dinero) sobre el que podría influir directamente, cambiando las tasas de interés, mientras la Fed actual de Jay Powell ha optado por adherirse estrictamente al "mandato dual" de inflación y desempleo medidos.