Un concepto de pérdida más global emplea Aon, que calcula que en 2021 estos desastres provocaron unas pérdidas económicas de 343.000 millones de dólares, lo que convierte al pasado año en el tercero más costoso (una vez ajustada la inflación) de la historia. De ese total, solo el 38% estaban cubiertos por el seguro.
Sea como fuere, 2021 fue un mal año para la industria aseguradora en este ámbito. Y, por desgracia, España fue responsable de una parte relevante de esa factura. Filomena, inundaciones, DANA (Depresión Aislada a Niveles Altos), la erupción volcánica de la Palma… Prácticamente no faltó de nada. Una de las modalidades del seguro que fue fuertemente golpeada en nuestro país por los sucesos climáticos fue la de Multirriesgos, cuyas primas crecieron un 4,7% el pasado año.
En este punto hay que recordar que España cuenta con un sistema de riesgos extraordinarios particular y eficiente, que se instrumentaliza a través del Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) que, entre otras funciones, indemniza los daños producidos por fenómenos naturales a condición de tener suscrito un seguro para las personas o bienes afectados.
Este sistema está actualmente en revisión. La propia presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos, quiso hacer mención a estos futuros cambios en la presentación de los resultados del seguro en 2021. El objetivo es perfeccionar el procedimiento mejorando las definiciones de cobertura del reglamento de riesgos extraordinarios en el ámbito climático e incorporando la cobertura de los daños por lluvias extraordinarias o eventos extremos de nieve como la borrasca Filomena.
Según explica la presidenta de la Asociación Empresarial del Seguro, el asunto es importante en sí mismo y, además, lo es “porque supone un paso de excelencia para un sistema que se basa en la colaboración público-privada, que lleva funcionando más de medio siglo y que ha demostrado su eficiencia de forma sobrada”.
Añade que a la industria le gustaría que este 2022 “fuese el año de la extensión de los elementos de colaboración público-privada que, a través de esquemas como la cobertura de riesgos catastróficos, han demostrado ser la mejor manera de abordar entre todos problemas grandes y complejos”.
Datos de Filomena
Las cifras a esa colaboración en el caso de la ya mencionada borrasca Filomena son reveladores. Según las estimaciones de Gallagher Re, las pérdidas aseguradas ascendieron a 832 millones de dólares: 259 millones los aportaron las aseguradoras y los otros 573 millones el CCS. La respuesta española a los retos de las catástrofes naturales mediante la participación de la industria aseguradora y las administraciones públicas ha sido muy celebrada en muchos ámbitos por su eficacia. Pero no es la única. Hay por el mundo una gran diversidad de sistemas para cubrir unos riesgos de los que ningún país se libra.
Y, de nuevo, volvemos a las cifras. Según el informe de Gallagher Re, en términos de pérdidas aseguradas por región, en 2021 América del Norte sufrió el 68% del total, seguida de EMEA (Europa, Oriente Medio y África), con el 23% de la pérdida global. En EE.UU., las mayores pérdidas aseguradas por un solo evento se produjeron por el huracán Ida en agosto (unos 37.000 millones de dólares en pérdidas aseguradas en bienes). En Europa, el mayor siniestro se produjo a mediados de julio, cuando la tormenta Bernd (más de 13.000 millones de dólares) afectó principalmente a Alemania y Bélgica.