Los comerciantes de ropa han respirado aliviados tras dos años en que la pandemia ha implantado la moda “athleisure”, un estilo de ropa que normalmente se usa durante las actividades deportivas y en otros entornos, como en el lugar de trabajo, en la escuela o en otras ocasiones informales. Las tiendas de textil están viendo por fin la luz al final del túnel, pero el enemigo ahora ha pasado a ser el crecimiento de los precios.
La mayor demanda de ropa ha coincidido con el récord del precio del algodón en los mercados mayoristas desde 2011 y los problemas en la cadena de suministros. Según el estudio State of Fashion 2002, elaborado por Business of Fashion y McKinsey & Co, dos tercios de los ejecutivos consultados considera que los precios van a subir alrededor de un 3%, pero el 15% de los participantes del estudio piensa que se van a disparar hasta un 10%.
“Los altos precios de la fibra indican que la inflación está llegando a las camisas, los pantalones de mezclilla, los vestidos, las sudaderas y mucho más”, advierte el digital ZeroHedge. “La demanda de algodón en todo el mundo "simplemente no se está satisfaciendo", ha señalado OA Cleveland, consultor y profesor emérito de la Universidad Estatal de Mississippi”.
Este medio recuerda el carácter de gasto discrecional que tiene la moda, por lo que “habrá un punto en el que los consumidores comprarán menos debido a los precios más altos”.
Hay países donde la rúbrica de vestido casi ha duplicado al índice general del IPC. Pero los fabricantes acuden a los números para explicar este crecimiento de los precios: el algodón se ha encarecido el 59%, el poliéster el 26%, el rayón viscosa ha subido un 24%, el spandex el 84% y el acrílico el 70%, indica la publicación Apertura.
Europa lenta
El informe State of Fashion, nudo gordiano de la polémica de la inflación textil, habla sobre diez tendencias que se van a imponer en el mercado de la moda en este ejercicio. Un primer punto es la recuperación desigual, que ha llevado a China a alcanzar el punto anterior a la crisis y a Estados Unidos a situarse muy cerca, mientras “Europa avanza a un ritmo más lento, como resultado de las presiones de las cadenas de suministro”.
El estudio vaticina el regreso del turismo de compras de bienes de lujo y también el “reinicio de vestuario”, porque “el auge de la vida social debilita la tendencia athleisure, tras casi dos años como categoría favorita de los consumidores. La inversión del cliente se repartirá entre artículos de mayor rango económico, así como pequeñas compras de impulso que seguirán marcando la tendencia del mercado para 2022”.
Entre las tendencias que el informe de Business of Fashion y McKinsey & Co destaca se encuentran el reciclaje de materiales, así como el pasaporte de productos, que persiguen “establecer estándares que respalden la trazabilidad completa de la cadena de suministro es imperativo para proteger la transparencia de la industria”.