La con­so­li­da­ción del mer­cado es tabú en Francia, aunque se vuelca en el ex­te­rior

Las grandes telecos francesas afrontan una oleada de operaciones de fusión en Europa

Sus prin­ci­pales apuestas están en España, Italia, Portugal, Reino Unido, EEUU y África

Orange España
Orange España

Si se ex­cluye a Bouygues Telecom, que no tiene ningún pro­yecto de ex­pan­sión, las tres grandes ope­ra­doras fran­cesas -Orange, SFR y Iliad– afrontan fun­da­men­tal­mente en sus ac­ti­vi­dades fuera del país un gran pro­ceso de con­so­li­da­ción. Y es com­pren­si­ble. Pese a la de­pen­dencia re­gu­la­toria de la au­to­ridad eu­ropea de la com­pe­ten­cia, solo en Francia re­gis­tran unos re­sul­tados muy acep­ta­bles, que per­miten fi­nan­ciar sus am­bi­ciosas ope­ra­ciones en el ex­te­rior, pese al ele­vado nú­mero de ri­va­les, y la fuerte com­pe­tencia de las de­no­mi­nadas ope­ra­doras “low cost”.

Orange España es la operadora que cuenta con más boletos para el proceso de fusión en marcha. Pese a ser la segunda fuente de ingresos del grupo, solo superado por el que realiza la casa madre en Francia, sus resultados no son nada edificantes. Durante los dos últimos años, su volumen de negocio cayó un 10%, hasta los 4.700 millones de euros, y los márgenes de rentabilidad bajaron un 12%, convirtiéndose en el talón de Aquiles del grupo. Para la casa matriz, solo queda una salida: participar en el aventurado proceso de fusiones del mercado español, donde Orange estudia las posibilidades de una aliaza o una adquisición, que pasaría por Vodafone o por MásMóvil.

Stephane Richard, el todavía presidente del líder galo de las telecomunicaciones, quiere tener la operación ya cerrada para finales de marzo, que es cuando deberá ceder el mando del grupo a su sucesora, Christel Heydemann, de 47 años, que dejará la dirección de Schneider Electric Europe en breve. En ello ha tenido que ver el hecho de que en noviembre 2021, Richard fue condenando a un año de prisión, con pena en suspenso, por “malversación de fondos públicos y conspiración en banda organizada”. Unos hechos que se remontan a 2011 (el llamado “caso Tapie”), cuando dirigía el gabinete de la entonces ministra de Economía Christine Lagarde.

Situación extrema

La posición de Vodafone es bastante clara. Presionado por el fondo accionista Cevian, que apenas cuenta con un 3% del capital, el presidente y director general Nick Red quiere abandonar los mercados italiano, español y portugués. Y la primera propuesta que llegó a sus manos, fue la presentada hace una semana por el cuarto operador galo, Iliad, que juntamente con Apax Partners, realizó ofertó pagar por Vodafone Italia 11.500 millones de euros. Sin embargo, pese a la prima del 45% que tenía sobre la cotización, el grupo británico rechazó la invitación, aduciendo que “no responde a los intereses” de sus accionistas, aunque dejó sin cerrar la puerta a eventuales negociaciones.

Lo mismo podrá pasar en España, donde hace un par de años Vodafone rechazó una oferta atribuida a Mas Movil, que estaría dispuesto a pagar hasta 6.000 millones de euros. Así, pese o lo que diga Nick Red, los analistas del sector estiman que aunque es probable que no haya venta, no es descartable la fusión, que dará origen a una “empresa conjunta”, al 50%, con Orange España, con unos 5.000 millones de euros en ingresos frente a los 4.000 millones de Vodafone. También podría ser con Mas Movil, pero ésta apenas suma unos 2.600 millones de euros, incluyendo los ingresos provenientes de Euskaltel.

Resultado de la fusión

Para Orange, la operación que tendría menos racionalidad económica -sea una fusión u una adquisición - sería la planteada con Más Móvil, que representa un 20% de los ingresos de la operación francesa, por el alquiler de su infraestructura. Así, todo pasará por Vodafone. Según los analistas de Barclays, una empresa conjunta Vodafone/Mas Movil tendría un volumen de ingresos de 7.000 millones y un Ebitda de 1.900 millones de euros y, sobre todo, generaría entre 4.000 y 8.000 millones en sinergias de costes.

En Italia, son los grandes grupos franceses los que tiene en sus manos el futuro del sector. Además de la inevitable salida de Vodafone, que según los analistas acabará negociando la oferta de Iliad, sobre lo que más se especula es el futuro de TIM: la antigua Telecom Italia recibió una oferta de 10.800 millones de euros, presentada por el fondo KKR, pero que es rechazada por el principal accionista, el grupo galo Vivendi, de Vicente Bolloré.

Los analistas aseguran que TIM confía en KKR mejore sustancialmente la oferta actual, de 0,505 euros por acción (con una prima del 45%, tendiendo en cuenta que los últimos 5 años la acción perdió la mitad de su valor), situándola en torno a los 0,80 euros. Pero Bolloré seguirá negándose porque pagó más de un euro de media por su 23,5%. Cabe recordar que fue gracias a Telefónica que Vivendi entró en Telecom Italia, donde la operadora española llevaba presente 7 años. En 2015 Telefónica y Vicente Bolloré firmaron una operación de 7.200 millones, que pasó por la entrega a Vivendi de su 8,3% de TIM, a cambio también de la brasileña GVT, el embrión de Vivo.

Brasil en el horizonte

Antes de rechazar la oferta de KKR, Vivendi había recuperado el dinamismo de TIM, exigiendo la dimisión del CEO Luigi Gubitosi, para poner en su lugar a otro italiano, Pietro Labriola, artífice de la recuperación de Tim Brasil. De hecho, al margen de lo que pase con el eventual cambio de control, lo que hará Labriola será sustanciar en Italia la misma receta de éxito que aplicó en Brasil: la segregación de activos, explotando directamente el negocio “Core” (servicios móviles y fijos), al margen de todo lo relacionado con la propiedad y la gestión de las infraestructuras.

Una de las operaciones que TIM tiene planteadas, para cuando tenga la segregación de sus actividades concretada, es una fusión con el rival nacional OpenFiber, en manos de la caja de depósitos CDP, propiedad del Estado, y que también controla un 9,9% de TIM. Vicente Bolloré promete apoyar la operación, que tendría como principal objetivo el despliegue de una gran red nacional de fibra óptica. O sea, otro de los vectores de la expansión internacional de las telecos galas, que explotan en el exterior el “know how” acumulado en Francia, donde la infraestructura de fibra óptica cubre prácticamente todo el país, incluido las zonas rurales.

La incógnita de Orange

Lo cierto es que los grupos franceses multiplican las operaciones en el exterior. Orange, por ejemplo, que no esconde tener en su punta de mira una operación “de dimensión europea” (refriéndose quizás a la fusión/adquisición de Vodafone España o de Mas Movil), se hizo hace poco en Rumania con el operador TKR y reforzó su presencia en Bélgica, con el cableoperador Voo.

Lo mismo pasa con Iliad, que se aprovechó de la fusión de Wind3 para entrar en Italia, donde si llega a hacerse con la operación de Vodafone, se hubiese puesto al mismo del líder histórico TIM, con una cuota de mercado del 36% (ahora tiene un 10%) y 5.000 millones de euros de ingresos.

Pero el más dinámico de los operadores galos es Altice, que en enero de 2014, cuando ya controlaba Numericable, adquirió el número dos del sector, SFR, pagando 13.400 millones de euros. En junio 2015 adquirió Portugal Telecom (Meo) por 7.400 millones de euros; poco después, se hizo con los operadores de cable norteamericanos Suddenlink y Cablevisión (respectivamente por 9.000 millones y 17.700 millones de dólares).

Recientemente ha invertido otros 2.400 millones de euros por el12,1% de BT, donde supera así al accionista alemán Deutsch Telekom, con un 12,06%. Maestro en el arte de los montajes financieros, Patrick Drahi también pagó hace poco más de 3.000 millones de euros para excluir a Altice Europe de la Bolsa de Ámsterdam, con lo que pasó controlar más de un 90% del holding europeo.

Y, ahora, tras haber digerido las cuantiosas pérdidas bursátiles de hasta un 55% sufridas en julio de 2015, estaría dispuesto a estudiar eventuales ofertas por algunos de sus activos, empezando por la operación lusa de Meo. Y, sobre todo, no descarta estudiar operaciones de mayor calado, utilizando SFR como punto de partida, para la eventual consolidación del mercado francés, y de la que nadie quiere hablar.

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