De momento, la situación internacional no está nada clara. Aunque el precio del petróleo ha dado un vuelco importante tras la decisión de Bruselas y el G7 de poner un techo de 60 dólares al petróleo ruso transportado por barco, todo puede darse la vuelta y dispararse de nuevo. Es cierto que la realidad es bastante diferente. En marzo pasado, el crudo Brent del Mar del Norte llegó a alcanzar los 128 dólares y ahora se encuentra en torno a los 78 dólares, casi al mismo nivel de diciembre de 2021.
En los meses que han transcurrido de marzo, las economías mundiales de muchos países se han hundido y, por culpa de la guerra de Rusia con Ucrania, la demanda de petróleo no deja de caer. El enfriamiento que han sufrido las economías y la bajada en las previsiones macroeconómicas son un factor relevante en el descenso del precio del barril.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que el petróleo influye en los precios de los combustibles pero no lo hace de una forma equivalente. Es decir, que el barril puede estar bajando y, por el contrario, las gasolinas y el gasóleo estar subiendo, debido a la escasez que hay en los mercados. En Europa, hay escasez de refino y, por ese motivo, los combustibles disparan su precio. “La escasez de gasoil en Europa es el que marca el precio en el mercado internacional”, señalan fuentes del sector.
Calviño apoya acabar con la bonificación
Pese a que la situación mundial no está muy clara y que las previsiones de crecimiento económico han caído para España, la vicepresidente primera del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño, se ha mostrado claramente a favor de que no se prorrogue la bonificación a todos los consumidores y, en cambio, se haga de forma selectiva para aminorar el efecto que la medida tiene en los ingresos públicos. El Ministerio de Hacienda calcula que el coste fiscal de los 20 céntimos alcanzará los 6.000 millones de euros.
Además, la rebaja del IVA en la factura eléctrica supondrá cerca de otros 2.000 millones de euros y otros 1.680 millones el recorte del Impuesto Especial de Electricidad (IEE). En total, cerca de 3.700 millones de euros que, unidos a los 6.000 millones de los combustibles, rebajarían la recaudación fiscal en torno a los 10.000 millones. De esta cifra, habría que recortar los ingresos extraordinarios que el Estado recibe por el aumento de los carburantes, y que se estima en torno a los 2.200 millones.
La realidad del mercado del petróleo no es la misma ahora que hace meses por lo que el Ejecutivo está sopesando si volver a la normalidad y retirar la bonificación de los 20 céntimos. Por un lado, considera que la ayuda beneficia más a los consumidores con rentas altas y, por tanto, debería hacerse solo para los colectivos y profesionales que más lo necesitan.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha dejado claro que no es posible dejar la bonificación de los 20 céntimos por nivel de rentas y, en cambio, es posible hacerlo por sectores profesionales.
“La contención de la inflación, la eficiencia energética y la reducción del consumo de energía en el conjunto de la economía, serán las que sigan guiando en 2023 la política económica del Gobierno”, ha dicho Calviño. Y ha añadido que el paso ahora es “evaluar las medidas que son más eficaces para contener la inflación” y cuáles “deben finalizar o limitarse a aquellos colectivos particularmente afectados”.
El sector, a la espera de Moncloa
Desde el sector petrolero se mantienen al margen y están a la espera de lo que decida el Gobierno. Las petroleras tienen claro que si el Ejecutivo sigue con la bonificación de los 20 céntimos, tanto Repsol, Cepsa, BP, Shell, seguirán con los mismos descuentos que tienen ahora. En el caso de que Moncloa cambie la fórmula se plantearían modificar su estrategia comercial.
Tanto las petroleras como la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES) piden al Gobierno que anuncie con antelación lo que piensa hacer a partir del 1 de enero para evitar el caos del pasado mes de abril y preparar los sistemas informáticos. De producirse un cambio, los gasolineros temen un caos en las estaciones y que se produzcan grandes colas para repostar, precisamente en unas fechas en las que hay mucha movilidad.