Al cura, en cambio, tras mirarle de arriba abajo le da una túnica vieja, una corona de flores y un bastón de madera, indicándole una puerta más pequeña. Extrañado el clérigo ante la diferencia de trato y pensando que esos humildes objetos no eran más que un premio a su humilde entrega a Dios en la Tierra, preguntó a San Pedro con cierto ego:
¡Señor este el reconocimiento de pobreza y por traer nuevos fieles a la Iglesia mientras que al bróker le ofrecéis objetos lujosos que le serán una carga en su viaje por los cielos muestra de su vanidad! ¿Verdad?
No hijo, no. Le contestó condescendiente San Pedro, “mientras tus fieles se dormían en misa con tus aburridas homilías, los clientes del corredor financiero no hacían más que rezar arrodillados para que la Bolsa subiera”.
Una pequeña broma en este día 28 de diciembre que se convierte en triste realidad este año para algunos accionistas de compañías como Prisa, OHLA o Nyesa, valores del mercado continuo que por unas circunstancias u otras van a cerrar este ejercicio en zona de mínimos históricos. De este modo, en los patios de operaciones se pueden escuchar las plegarias para que estos valores se conviertan en los perros del mercado en el nuevo año que entra.
Es decir, aquellos valores a los que el mercado les da un voto de confianza tras cotizar a precio de derribo. Aunque casi siempre, recuerdan los analistas, en la mayoría de los casos acaban siendo carne de cañón del mercado y todos se suele quedar en un mero deseo más que en una pujante realidad.