En este sentido, el grupo ha dado un paso importante con la reciente publicación de los datos finales del ensayo en Fase IIa de Alice. Un ensayo clínico para luchar contra la leucemia mieloide aguda en el que la compañía ha estado realizando progresos en los últimos cuatro años.
Estos avances han generado un enorme interés tanto científico como social, pero también empresarial pues abre las puertas a importantes acuerdos con los grandes laboratorios y distribuidoras.
Un paso importante para biofarmacéutica centrada en la epigenética para el desarrollo de terapias para enfermedades con importantes necesidades médicas no resueltas al convertirse en el único jugador independiente en este campo tras la adquisición de su principal competidor por parte de una multinacional estadounidense.
Esta ha llegado a pagar 1.400 millones de dólares, algo que la compañía espera que el mercado ponga en valor, junto con los avances del resto de sus ensayos clínicos de los que espera empezar pronto a dar buenas noticias.
Su cotización, sin embargo, sigue sin levantar cabeza. La intensa reacción protagonizada a mediados de mes tras el anuncio en los avances de Alice se está diluyendo casi tan rápido como ha llegado lastrada por la fuerte presión bajista de su tendencia principal.
Desde principios de 2021, el valor ha perdido casi la mitad de su precio al pasar de 4,27 euros a poco más de 2,4 euros por acción. Un panorama que no parece vaya a cambiar a corto plazo mientras no haya noticias más lucrativas sobre sus compuestos.