El mercado reacciona con compras tanto al dividendo como a la dinámica que el equipo de Ignacio Galán ha impreso a la compañía en los últimos meses. Para los analistas, “la visibilidad de la consecución de los objetivos incluidos en el Plan Estratégico es muy alta”, algo que parecen acoger favorablemente los inversores.
En ese marco, la compañía anunciaba a principios de semana la inversión, junto al grupo local Abel Energy, 1.100 millones de euros en una planta de hidrógeno verde y metanol verde en Bell Bay, al norte de Tasmania (Australia). El proyecto, respaldado por el Gobierno del país, será una de las plantas más grandes del mundo, con una capacidad de producción de 200.000 toneladas de metanol verde al año en la primera fase de desarrollo, que llegarán a 300.000 toneladas en una segunda fase.
Con ésta y otras iniciativas en cartera, Iberdrola pretende pelearle el liderazgo español a Repsol y Cepsa en la producción de hidrógeno renovable que se vislumbra como la gran alternativa energética a corto y medio plazo. Con el metanol verde, la compañía pretende ofrecer una alternativa a los combustibles fósiles en industrias donde la reducción de sus emisiones de carbono se presenta más complicada como es el caso del transporte marítimo.
Proyecto australiano
El proyecto australiano se inscribe ya en las inversiones del recién revisado Plan Estratégico 2023-25, cifradas en más de 47.000 millones de euros. Este presupuesto incluye una partida de 9.000 millones para la compra de la estadounidense PMN, operación que los reguladores de ese país han retrasado aunque la compañía española confía en que se resuelva a su favor. El objetivo de Iberdrola es ampliar su base de activos regulados un 44%, hasta los 56.000 millones de euros.
En el capítulo de Renovables, la inversión prevista alcanza los 17.000 millones, con el 46% destinado al desarrollo de parques eólicos marinos. La idea es aumentar su capacidad en un 30% en los próximos tres años. De hecho, la mitad de esa nueva capacidad está ya en construcción y el resto en fase madura. Iberdrola tiene en cartera inversiones por valor de 3.000 millones en el sector de las energías renovables portugués. Eso se suma a la reciente puesta en marcha de 50 megavatios eólicos en Grecia y otros 50 megavatios de fotovoltaica en Extremadura.
En redes, el grupo se ha marcado el objetivo de aumentar la base de activos regulados en un 44%. De ellos, la inmensa mayoría de esas inversiones (el 85%) están incluidas ya en los correspondientes marcos regulatorios. La seguridad de suministro y la electrificación de la demanda de energía exigen importantes inversiones en redes. Hace apenas un mes, Iberdrola revisó al alza las previsiones de este plan que incluye el objetivo de alcanzar un Ebitda de entre 16.500 y 17.000 millones de euros al cierre del programa; lo que supone una tasa de crecimiento de entre el 8% y el 9%. La mitad de ese resultado de explotación se generará en el área de Redes y el otro 50% en la de Producción y Clientes.
La proyección para 2025 es que el beneficio neto se situará entre los 5.200 y los 5.400 millones, con un crecimiento anual medio de entre el 8% y el 10% y una ratio de rentabilidad (ROE) del 10%.
Remuneración al alza
Con esta evolución prevista y los resultados de la gestión desarrollada hasta el momento, los analistas de Bankinter consideran “muy positivo que, en un entono como el actual, de crecimiento económico más moderado, alta inflación y mayores tipos de interés, Iberdrola haya sido capaz de revisar al alza sus objetivos”. Por ello, el broker bancario ha elevado el 5% su estimación de precio objetivo de la acción hasta los 12,5 euros. Eso representa, para los inversores, un potencial de revalorización superior al 15,6% respecto a la cotización de este martes.
La revalorización se basa en el crecimiento estructural en redes y renovables "que se mantiene intacto frente a la desaceleración económica” -señalan- la alta proporción de sus negocios protegidos frente a la inflación; el enfoque de Iberdrola en los proyectos más rentables; el “entorno de altos precios de la energía” y el escenario de tipos de cambio más favorable.
Retribución via dividendo
La retribución del ejercicio actual se enmarca en el sistema de dividendo opcional que la compañía denomina “Iberdrola Retribución Flexible” y que supondrá para sus accionistas recibir un mínimo de 0,18 euros brutos por acción, bien en metálico, bien en acciones de nueva emisión. Los inversores que opten por el efectivo lo cobrarán el 31 de enero del próximo año. Para aquellos que prefieran hacerlo en acciones, los nuevos títulos cotizarán el 1 de febrero.
Según el Plan Estratégico, el dividendo por acción crecerá en los próximos tres años hasta llegar a entre 0,55 y 0,58 euros por título; lo que representa una rentabilidad de entre el 5,4% y el 5,7%. El dividendo ‘suelo’ para el cierre del Plan se estima en 0,50 euros por acción.
El grupo eléctrico distribuirá entre sus accionistas entre el 65% y el 75% del beneficio por acción (BPA) que logre cada año. De cara a 2030, Iberdrola ha anticipado inversiones que oscilarán entre 65.000 y 75.000 millones de euros en el periodo 2026-2030, para alcanzar una dimensión de capacidad total instalada de 70 gigavatios en 2025 y de 100 GW en 2030.