Lejos queda el éxito propiciado por Iñaki López Gandásegui que logró que Gamesa pasase en apenas siete años de cotizar a 4,20 euros a hacerlo a 36 euros, con lo que tenía vía libre para entrar en el Ibex apenas un año después de estrenarse en Bolsa.
Cuando soplaban buenos tiempos para Gamesa
Un éxito que hizo que Gamesa ampliase sus fronteras hasta Estados Unidos, donde desembarcó hace dos décadas llegando a ser una eólica puesta como ejemplo incluso por el que fuera presidente norteamericano, Barak Obama. Pero la empresa de Zamudio no solo llegó al gigante estadounidense; se expandió por todo el mundo hasta ser todo un líder en el sector de las renovables despertando incluso el interés de la compañía Siemens, que llegó al accionariado de Gamesa cuando el boom de las renovables se iba aflojando un poco.
Los buenos números siguieron hasta antes del estallido de la pandemia con un 2019 en el que se duplicaron las ganancias del año anterior. Pero ahí fue el principio del fin.
En los últimos tres años, Gamesa ha acumulado pérdidas que superaban con creces los 2.000 millones de euros pese a los intentos de sus responsables, con distintas estrategias empresariales, de revertir una situación que no mejoraba con los meses. Es más, su realidad se fue agravando junto con la pérdida de rentabilidad en la eólica terrestre, los errores con la puesta en marcha de la turbina 5.X, el traslado del centro de decisiones a Madrid, los cambios en la dirección, la actual situación con la inflación por las nubes…
Crónica de una muerte anunciada
Ese escenario financiero tan negativo llegó a afectar, como era irremediable, a su cotización bursátil hasta el punto de que el valor de la empresa había descendido más de la mitad en menos de dos años.
A esto se ha unido en los últimos tiempos la OPA, el plan de reajuste de empleados por medio de despidos, así como la venta de sus plantas en suelo vasco. Precisamente, para estas instalaciones, Gamesa tiene varias ofertas encima de la mesa entre las que destacada la de la germana ZF. La firma alemana, además de dedicarse al mismo negocio, cuenta con varias plantas en España y la sede de su filial en nuestro país está domiciliada casualmente en territorio vizcaíno.