Queda mucho por conocer sobre los tejemanejes de los gestores de FTX, que se saltaron todas las reglas básicas de buen gobierno de una compañía. El escándalo es de tales proporciones -se trata de una estafa mayúscula en realidad- que resulta hasta ingenuo pensar que no vengan otros casos. Teniendo en cuenta el nivel de los controles de estos ‘exchange’ creados al calor del fenómeno de las criptomonedas, será cuestión de tiempo.
“Hay una sensación creciente de que todo es posible. Es tan burdo, tan grotesco lo que ha pasado en FTX -hay hasta 2.000 millones de dólares en paradero desconocido-, que el sector de los intermediarios no puede continuar como si este fuera un hecho aislado. Es como si en un partido de fútbol un jugador provoca lesiones de gravedad a cuatro rivales y no recibe amonestación alguna. Lo que ha pasado traerá muchas consecuencias”, señalan en fuentes del sector.
Dos colectivos se están frotando las manos. Más que ninguno es el de los reguladores, que llevaban mucho tiempo deseando entrar a saco en el planeta de las criptomonedas. Su rol ha cambiado desde el colapso de TFX: han pasado de ser el indeseable supervisor de una actividad que tenía como principio fundamental la independencia y la desregulación, a una pieza indispensable para mantener el negocio.
“Sorprende incluso que los supervisores mundiales no están siendo muy agresivos ahora. Da la impresión de que están dejando que el sector de las criptomonedas toque fondo en términos de credibilidad o que haya otro colapso para intervenir. Dicho de otra forma, y después del descalabro que ha llevado el bitcoin hasta los 16.000 y a Ethereum hasta los 1.100 dólares, no parecen tener prisa. Cuanto peor mejor podría ser su lema”, aseguran en una entidad española activa en estos productos.
Mientras el sector intenta recolocar las piezas de un puzzle que ha saltado por los aires y los reguladores esperan su momento para hincarle el diente, en el lado de los intermediarios hay batalla. Los más solventes saben que el final de FTX y de los que en el futuro inmediato no aguantarán las exigencias de mercado con reglas del juego les da la oportunidad de ganar cuota en un mercado que ahora es mucho más pequeño.
Un mercado de criptodivisas que capitalizaba cerca de 3 billones de dólares hace un año, se valora ahora en poco más de 800.000 millones de dólares. Más de dos tercios de su valor se han quedado por el camino en 12 meses de corrección dura. De momento, el efecto FTX continúa y las criptodivisas apenas ofrecen signos de reactivación. Todo indica que la atonía va a continuar en las próximas semanas.
El negocio, que se enfrenta a un largo y tortuoso camino durante quizá un par de trimestres, está obligado a cambiar de cara. La transformación debe ser rápida hasta resolver la incógnita de que si el mercado de las criptomonedas seguirá siendo atractivo en un entorno de regulación sin el cual está destinado a una muerte lenta. Con los supervisores esperando su momento, la segunda revolución cripto ya está en marcha.