De hecho, ya lo hizo tras las primeras elecciones presidenciales que ganó en el año 2003, cuando su país atravesaba también una crisis social y económica muy seria y logró darle la vuelta a la situación de una forma pausada y sobre todo realista y práctica.
Lula, en ocho años de presidencia hizo grandes reformas que lograron transformar Brasil y estuvo a punto de convertir a su país en la sexta economía mundial, tras conseguir disparar su PIB anual, que pasó de 0,5 billones de dólares en 2002 a 2,6 billones en 2011.
Pero es que además una gran parte de sus éxitos se centraron en el capítulo social, en reducir la pobreza y aumentar la clase media. Se calcula que sus programas ‘Hambre Cero’ y ‘Bolsa Familia’ consiguieron sacar de la pobreza a más de 30 millones de brasileños en menos de una década. También le fue bastante bien con sus políticas de educación y de asuntos de protección del medio ambiente, en el caso de Brasil, obviamente la cuenca del Amazonas.
Y todo esto no lo niegan ni sus más acérrimos enemigos, que por cierto tiene muchos en su país, como puso en evidencia su largo calvario judicial con carcel incluida, y del que salió absuelto totalmente antes de poder presentarse a este tercer mandato presidencial que acaba de ganar.
No hace falta perder mucho tiempo en eso. El juez Sergio Moro, que le condenó por corrupción pasiva a 9 años y 6 meses de prisión, lo que impidió a Lula presentarse a las elecciones que ganó Bolsonaro en 2018, fue posteriormente nombrado ministro por éste. Y como guinda, la Corte Suprema brasileña anuló más tarde todas las sentencias dictadas contra Lula y ordenó una investigación sobre Moro al entender que carecía de competencias para hacer lo que hizo.
Pero volvamos a la primera presidencia de Lula, que realmente recuerda mucho a la ascensión al poder del PSOE de Felipe González en España en 1982, ahora que está tan de moda hablar de eso, al pretender Pedro Sánchez con diversos actos institucionales intentar recuperar para las proximas elecciones a todos aquellos votantes socialistas de "camisa vieja".
La clase económica internacional esperaba en aquel entonces un ruptura total con todas las convenciones y acuerdos y que el Partido de los Trabajadores (PT), con Lula en la presidencia, llevase a Brasil al caos, y sin embargo, sucedió lo contrario, que los nuevos gobernantes no hicieron lo que los agoreros esperaban, sino lo que de verdad tocaba hacer.
Con la Brunete por delante
Igual que González y sus ministros sorprendieron a propios y extraños presentándose en la División Acorazada Brunete perfectamente trajeados en uno de sus primeros actos públicos, y por supuesto se emplearon a fondo en atajar la crisis saneando la economía y abordando numerosas reformas, algunas muy duras por cierto, Lula da Silva hizo algo parecido entonces.
Nombró a un banquero al que todos consideraban de derechas para presidir el Banco de Brasil y se aplicó en dar las garantías necesarias a todos los organismos internacionales, así como en ponerse de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional rebajando la deuda y obteniendo nuevos créditos.
También logró aumentar el empleo y la producción industrial, pero sus programas estrella fueron los encaminados a sacar al mayor número posible de brasileños de la pobreza, en muchos casos a través de créditos, para que se incorporasen a la clase media, y que como demostraron las estadísticas tuvieron bastante éxito. En sus dos mandatos los ingresos de la población más pobre crecieron por encima de la economía.
Tuve la ocasión de visitar Brasil al principio de ese Gobierno de Lula y el PT en un viaje del Banco Santander, y sorprendía la decisión y el aplomo con el que sus ministros y altos cargos, como el entonces ministro de Hacienda, Antonio Palocci, o Tarso Genro, que fue ministro de Educación, Relaciones Institucionales y Justicia, contaban que el principal problema de su país era que estaba dividido en tres grupos de ciudadanos, un pequeñísimo y ridículo porcentaje de millonarios, una clase media muy muy escasa y el resto de ciudadanos, al borde de la pobreza, casi fuera de la economía.
Pues bien, te explicaban que su objetivo fundamental, casi sagrado, al que realmente iban encaminados todos sus esfuerzos, era intentar sacar de ese último grupo al máximo número de brasileños posible e incorporarlos a la clase media. Y lo consiguieron, aunque luego la sombra de la corrupción o algo más se instalase sobre algunos de ellos.
Recuperación económica
Lula da Silva ha dicho en su primer discurso tras conocer el resultado electoral que apostará por la recuperación económica incorporando medidas sociales y ha recordado los avances que se produjeron en esta materia durante sus gobiernos. Se ha comprometido a gobernar para todos los brasileños para que el país avance en respeto, igualdad y libertad, y lo tiene a su alcance al ser el país sudamericano una nación con un fuerte componente institucional.
Los pilares que van a guiar su política, según ha explicado él mismo, serán la lucha contra la desigualdad y el hambre, el desempleo, la protección de la Amazonia, de los productores rurales y los pequeños empresarios, así como el freno a la violencia contra las mujeres.
Esperemos que no le falten las fuerzas y que además le acompañe la suerte, que siempre ayuda.