Pero, pese al sombrío panorama, las empresas españolas mantienen firme su apuesta a largo plazo por un mercado en el que están muy presentes desde los 90. Este año, Acciona, Sacyr y OHLA se han adjudicado construcción de hospitales y ésta última se ha reforzado en parques solares.
Recientemente, además, el presidente Gabriel Boric ha animado a las firmas españolas a aumentar su presencia y participar en el Plan de Infraestructura Alianza Público-Privada 2022-26 y en el Plan ‘Invirtamos en Chile’.
España es tercer inversor mundial en Chile, mercado clave para constructoras y renovables, y donde operan más de 600 empresas, desde Repsol, ACS, Telefónica (de salida), Abertis, FCC, Santander, Mapfre, Enel-Endesa y Grifols a Iberia, Indra, Técnicas Reunidas, Elecnor, Mango, Inditex, Redeia, Agbar y Azvi. Y también Sacyr, OHLA, Iberdrola, Acciona, Siemens, Enagás, Ferrovial o Naturgy que en los tres últimos años y pese al Covid primero y a sus coletazos después, han iniciado, pujan o se han adjudicado nuevos proyectos en Chile.
Pero ahora pintan bastos para la economía chilena. Incertidumbre política; coletazos de la pandemia y retirada de estímulos económicos de ayuda; desaceleración de China, de la que Chile tiene gran dependencia (el 39% de sus exportaciones de mercancías); impacto de la guerra en Ucrania en el comercio y en forma de una alta inflación que está afectando a la inversión han hecho que se multipliquen las proyecciones negativas.
Inquietud e incertidumbre
Un panorama que complica la tarea de Gabriel Boric, a los mandos del país desde marzo, y que no ha logrado despejar la inquietud política y social, agravada por el rechazo a la Carta Magna y las dudas sobre la reforma tributaria y la de los fondos de pensiones que impulsa el Gobierno (y que propone reemplazar el sistema privado por uno con participación estatal y acabar con unas AFP que fueron modelo para el área). Los expertos señalan que las políticas del Gobierno no han tenido el consenso necesario para generar un ambiente que promueva inversión y crecimiento y recuerdan que Boric carece de mayoría parlamentaria, lo que dificulta sus reformas. Y que la incertidumbre y los bajos niveles de confianza lastran ahorro e inversión.
Entes internacionales y expertos privados vaticinan ya tiempos revueltos para 2003, y Gobierno chileno y banco central son también pesimistas. Tanto el Fondo como Cepal pronostican que, tras un crecimiento del 1,9% al 2,2% este año, Chile será el único país del área con caída del PIB en 2023, con declives que cifran en el -1% y el 0,9%. La OCDE augura una contracción del 0,5%, la misma que la anunciada por el ministro de Hacienda, Mario Marcel. Los analistas privados son más pesimistas y contemplan una caída del PIB del 1,5%. El FMI prevé, eso sí, que Chile regrese a medio plazo a la tasa potencial de expansión, estimada en un 2,5%. Chile registró en 2021 un rebote histórico del PIB del 11,7%, tras el desplome del 5,8% por la pandemia un año antes.
La confianza empresarial sufre un importante deterioro ante el debate sobre una reforma constitucional que podría dañar el clima de negocios (y que sigue a un rechazo a la Carta Magna juzgado positivo por los mercados) y los planes fiscales de Boric, mientras inflación, tipos de interés más altos y menor gasto del sector público pesan en la economía. La multimillonaria retirada de capital de fondos de pensiones (unos 50.000 millones de dólares) en 2021, empujó el consumo, pero mermó ahorro y aumentó la inflación. Además, Chile ha sufrido una importante fuga de capitales y ha sido uno de los países que ha anotado una mayor depreciación de su moneda desde las protestas sociales de 2019.
Mal y empeorando
La economía retrocedió el 0,4% en septiembre frente al mismo mes del año anterior. Y el último sondeo mensual de Focus Economics apunta a una recesión más larga de la que se barruntaba: más de un año, hasta el cuarto trimestre de 2023. La economía chilena está “mal y empeorando”, según el último barómetro del Instituto UNAB, para el que “hay signos inequívocos de entrada en período de recesión”. Chile, a diferencia de los países exportadores de petróleo y gas, que se han beneficiado del alza de precios, no ha tenido esos ingresos extraordinarios, ya que el precio del cobre ha sido fluctuante.
Por otro lado, Boric ha decidido no financiar su agenda social con deuda, sino con el aumento de recaudación que prevé su reforma tributaria. Y ha optado por controlar el presupuesto y mantener la responsabilidad fiscal. Esta decisión, bien recibida por los mercados, afecta sin embargo a corto al crecimiento económico. Mientras, el alto nivel de inflación sigue siendo preocupante, aunque el banco central cree que los precios comenzarán a reducir su alza. No obstante, la tasa cerrará este año en el 12%, lejos de la meta del 3%, y en 2022 será una de las mayores de la región junto a la de Argentina y Venezuela, y la más elevada en 30 años. La inflación fue del 13,7% anual en septiembre.
No todo es negativo, por supuesto. Según el banco central, el sistema financiero chileno permanece solvente y con niveles de liquidez adecuados en escenarios adversos y de tensión severa. Y la inversión exterior, motor del crecimiento, aunque disminuyó el 14% en el primer semestre, parece haber recobrado pulso desde julio y alcanzó 15.177 millones en enero-agosto. Además, calificadoras de deuda como S&P han decidido mantener la nota soberana del país, aun advirtiendo de la alta incertidumbre actual.