Como cada año, bancos y aseguradoras ponen en marcha su maquinaria comercial, con bonificaciones que pueden llegar hasta el 6% en la campaña más atípica. Las entidades saben que empiezan la carrera con las peores expectativas que se recuerdan. Ahora el objetivo es fomentar mucho más los traspasos que la entrada de dinero nuevo en un negocio que se desangra a la vista de la evolución de sus grandes cifras.
Una nueva estrategia a la fuerza, podríamos decir, a la vista de hasta qué punto se han desincentivo las aportaciones y su importe. La aportación máxima a planes que se puede desgravar en la declaración de la renta se ha desplomado hasta los 1.500 euros. En 2021 era de 2.000 euros y en 2020 de 8.000 euros. Son miles los partícipes que se han ido en los últimos meses con la música a otra parte: fondos, depósitos o liquidez.
“No queda mucho más remedio que atacar a lo que ya hay, es decir, a un volumen de patrimonio menguante en planes de pensiones de alrededor de 115.000 millones de euros. Es decir, pescar todo lo posible en la competencia sabiendo que hay muy poco margen para crecer por la vía de las nuevas aportaciones. Antes, cuando se podían aportar hasta 8.000 euros, sí se podía atacar por las dos vertientes”, señalan fuentes del sector.
Los números dicen que las aportaciones brutas a planes de pensiones individuales se han desplomado cerca de un 20% -tras el gran hachazo fiscal cedieron un 40% en 2021- en los nueve primeros meses del año. Y lo peor es que hay menos que rascar que nunca en estas últimas semanas de 2022, en las que el sector espera pocas alegrías en lo que al dinero nuevo se refiere. No hay incentivos para otra cosa.
Gran parte de los mayores bancos centra su estrategia en premiar con bonificaciones entre el 1,5% y el 6% los traspasos a cambio de períodos de permanencia de al menos 6 años. Está por ver la respuesta de los ahorradores, porque todas las entidades se han puesto en modo muy agresivo para retener a sus mejores clientes. La batalla promete ser muy intensa en las próximas semanas, porque el pastel de los planes es cada vez más pequeño y nadie quiere perder cuota.
Pero la sensación general es de pesimismo. Entre otras cosas, porque las rentabilidades no acompañan tampoco. La rentabilidad media de la totalidad de los planes en el plazo de un año era del -8,44% a 30 de septiembre. Más preocupante aún es que tampoco sale de los números rojos a tres años, plazo en el que el retorno es del -0,3%. Hay que irse hasta los cinco años para ver un pírrico rendimiento positivo del 0,64%.
Con estas cartas sobre la mesa, el sector tiene por delante un reto mayúsculo hasta final de año: convencer a clientes en general muy poco satisfechos de que deben cambiar de entidad sólo con el gancho de las bonificaciones. Lo que no significa que la batalla no vaya a ser a cara de perro por pescar nuevos clientes en la competencia. Toda la gran banca más entidades como Ibercaja, Openbank o Mapfre ya están manos a la obra.