Alemania sigue mar­cando la pauta en la crisis ge­ne­rada por la guerra de Ucrania

El tope al precio del gas convence a medias a los miembros de la Unión Europea

La banda de fluc­tua­ción de la energía sigue en­fren­tando a los países miem­bros

Nordstream gaspipe.
Nordstream gaspipe.

No hay un con­senso total en la Unión Europea sobre cómo en­fren­tarse a la crisis de su­mi­nistro del gas ruso. Tras duras ne­go­cia­cio­nes, los miem­bros del Consejo Europeo acor­daron “instar” a sus mi­nis­tros de energía y a la Comisión Europea (CE) a pro­poner “decisiones con­cre­tas” para es­ta­blecer “una banda tem­poral de pre­cios para las tran­sac­ciones de gas na­tu­ral” que sirva para evitar picos en la co­ti­za­ción del com­bus­ti­ble, y un tope al precio del gas que se uti­liza para la ge­ne­ra­ción de elec­tri­ci­dad. Un acuerdo a me­dias for­zado por las cir­cuns­tan­cias.

El prolongado pulso está directamente relacionado con la resistencia de un puñado de países, entre ellos Alemania, al establecimiento de un tope a los precios del gas. El argumento central de este grupo es que esta política puede desalentar las ventas de gas a Europa por parte de proveedores que prefieran acudir a los mercados en los que los precios fluctúan libremente.

Otro de los argumentos ventilados en la reunión, de acuerdo con fuentes diplomáticas al tanto de las negociaciones, es que de un lado alentaría el consumo de gas y por el otro crearía “la posibilidad de beneficiar a países que se oponen a un tope de precios pero están conectados a la red europea”.

Se refieren concretamente a que el Reino Unido ha rechazado aplicar un límite al precio del gas para generación pero recibe electricidad de la UE a los precios de producción de los países proveedores que sí mantendrían un límite en el precio. Pero el conflicto más profundo que divide las aguas es la aplicación desigual de paquetes de defensa de los consumidores, en especial los industriales, por parte de los estados miembros. Alemania sogie marcando la pauta No se menciona en los debates de quién se trata pero a nadie escapa que al final de septiembre Alemania aprobó un paquete de 200.000 millones de euros destinado a subsidiar los precios de la energía con un tope para el gas y la electricidad, una reducción de impuestos a la venta de los combustibles, y medidas destinadas a consumidores industriales y residenciales.

Los subsidios alemanes al nivel de precios se harán a través del Fondo de Estabilización Económica, creado para salvar a Lufthansa de la quiebra tras la pandemia. Alemania además ha nacionalizado empresas del sector de la energía como es el caso de Uniper. Esto ha creado malestar en la medida que los subsidios en esta situación de emergencia dependen en buena medida de la profundidad de los bolsillos de los estados miembro. Poco se habla entretanto de que la brecha entre el tope del precio del gas en España y el precio real de mercado lo pagarán los consumidores mediante el reajuste de las tarifas eléctricas en una apartado suplementario de la factura. El trasfondo de la crisis energética, resultado de la suspensión del suministro ruso a Alemania, crea severas tensiones entre los estados miembro de la UE de un lado y muestra la increíble carencia de una política europea de interconexión del sistema energético que ha quedado librada a las negociaciones bilaterales, o trilaterales como es el caso entre Francia, España, Portugal con Alemania como observador interesado.

Pero todo el andamiaje acordado está de momento prendido con alfileres. Lo cual quiere decir que no se sabe si el traje va a resistir que el destinatario se lo pruebe, o las costuras reventarán en ese acto. El texto del acuerdo establece que la propuesta concreta de la CE debe incluir un “análisis de coste beneficio” para “un marco regulador transitorio” reflejando la preocupación de algunos países de que se puede alentar el consumo de gas o derivar las exportaciones fuera de la UE. Un progreso sobre la sotuación anterior

Para la presidenta Úrsula von der Leyen de todas formas el comunicado del Consejo Europeo es un progreso porque ha tomado en parte las recomendaciones, al menos en la forma verbal, acordadas por la CE el martes pasado para que fueran consideradas en al cumbre del jueves. Poca reflexión mientras tanto ha desatado el hecho que la CE no está en condiciones de acordar un plan de interconexiones energéticas europeas y este asunto queda librado a los estados miembros.

El acuerdo entre gallos y media noche entre Francia, España y Portugal, para un pasillo verde que el presidente Pedro Sánchez ha decidido bautizar BarMar, y se supone que servirá gases renovables entre Barcelona y Marsella ha dejado en la estantería de objetos perdidos al histórico MidCat. Un ejemplo de que Francia no va a dar su brazo a torcer en materia de negocios. A mediados de septiembre París y Berlín acordaron que Francia iba a revertir el sentido del flujo del gasoducto que une Obergailbach con Medelsh y que en las épocas de plenitud de Nord Stream 1 servía gas a Francia. Ahora le toca a Emmanuel Macron vender gas a Alemania, y el negocio lo hace el sistema francés GRT Gaz.

El acuerdo es firme. Ahora de lo que se trata es de que España y Portugal entreguen gas en algún futuro difícil de prever a Francia y esta se lo venda a Alemania. La operación entre Sánchez, Costa y Scholz ha quedado archivada. Mientras tanto Total EDP no renuncia en pegar un bocado a algún gran operador español pese a las reticencias de la Moncloa. Tiempo al tiempo.

La guerra corroe los interiores

Mientras tanto, la guerra de Ucrania corroe las tripas de la economía europea y sigue alimentando los temblores políticos nacionales. Basta mirar al Reino Unido para verificarlo. Sin contar con que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, espera una exención del sistema de topes de precios al gas y la electricidad que le permita seguir recibiendo gas ruso, desde luego a precios privilegiados.

Vale la pena tener en cuenta que la industria automotriz alemana en Hungría da empleo al menos a 50.000 trabajadores y supone el 2,5% del PIB del país. Alemania por lo tanto es difícil que ponga reparos a la pretensión de Orban. Las tensiones dentro de la UE en torno a la guerra de Ucrania no cesan, y la crisis energética es sólo la punta del iceberg.

Artículos relacionados