Todas sus divisiones parecen marchar viento en popa. En el negocio de celulosa sigue avanzando en el proyecto “Navantia Excelente”. Este programa tiene como fin seguir potenciando la venta de sus productos diferenciados y diversificar su producción hacia la gama de productos higiénicos absorbente. Todo ello sin olvidar los objetivos de descarbonización con una reducción de 50.000 toneladas en gases invernadero.
Entre tanto, el grupo mantiene sus esfuerzos de crecimiento en la actividad de Energía Renovable a través de sus filial Magnon Green Energy. Para ello seguirá centrado en el desarrollo de su cartera de proyectos de biomasa y fotovoltaicos, así como en la búsqueda de nuevas oportunidades para crecer de forma inorgánica.
Todo ello a expensas además de la nueva bioplanta para la producción de fibra reciclada y biomateriales a partir de papel y cartón recuperados y de los restos de celulosa producida por Ence. Un centro de trabajo independiente, con una actividad autónoma y diferenciada en la producción de fibras naturales recicladas.
El grupo se encuentra muy pendiente, entre tanto, de la inminente resolución del primer recurso de casación por parte del Tribunal Supremo, presentado en contra de las sentencias de la Audiencia Nacional que anulan la prórroga de la concesión de su fábrica de Pontevedra hasta 2073.
La empresa de energía y celulosa, pese a todas estas buenas noticias en general no consigue dejar atrás la inestabilidad y la volatilidad sufrida en los últimos cuatro años. Es cierto que su cotización avanza cerca de un 60 % en el año, la mayor subida del mercado continuo, pero sigue todavía muy lejos de los máximos del pasado ejercicio sobre los 4,1 euros por acción.
Para alcanzar ese nivel debe superar una fuerte barrera intermedia en torno a los 3,8 euros por acción. Algo complicado a corto plazo en las actuales condiciones del mercado de estancamiento económico y elevada inflación.