La guerra en Ucrania ha maltratado con saña a las cadenas de suministros, provocando una subida inaudita no sólo de los precios de la energía, sino también de los productos básicos, que se han contagiado del alza general de los precios. Por si fuera poco, la política de subida de tipos del Banco Central Europeo ha tensado aún más la ya difícil situación de los hipotecados que han visto como a las facturas de la luz y a la cesta de la compra se suma el aumento de las cuotas de sus préstamos.
El sector financiero sabe bien que no puede permitirse otra cataclísmica ola de impagos y morosidad como la que, hace no tanto tiempo, provocó el colapso del sistema, además de un cisma sin precedentes entre la sociedad y los bancos. Por este motivo, han decidido mover ficha y asumir un rol activo en las medidas de emergencia.
Una 'tregua' de un año
El plan, apadrinado por entidades como Unicaja, Sabadell y CaixaBank, consiste en paralizar durante un año el cobro de las cuotas hipotecarias a todos aquellos que no puedan pagarlas. La fórmula elegida consiste en una novación del contrato, sin gastos de tramitación y sin refinanciaciones que entorpezcan la operación.
Por el momento, no se ha desarrollado la iniciativa más allá de este esquema básico, al que no se oponen las principales asociaciones del sector (AEB y CECA), aunque aún hay que discutir algunos criterios fundamentales, como el perfil del cliente que se podría beneficiar.
Los bancos, que capearon lo peor del temporal de la Covid-19 gracias a las medidas extraordinarias puestas en marcha por el Gobierno, asumen que la realidad económica es complicada y el horizonte incierto, por lo que la morosidad acabará emergiendo. El motivo es que la inflación está volatilizando el ahorro acumulado durante la pandemia, lo que con casi total seguridad se traducirá en un fuerte repunte de los impagos este otoño.