Sin embargo, el miedo a la inflación y la caída del consumo está siendo un tsunami que se está llevando por delante cualquier perspectiva de corto y medio plazo. De agosto a octubre, la cotización de la compañía se ha desplomado del orden de un 25 % para volver a rondar los mínimos del año por debajo de los 3 euros por acción. Un descenso al que los analistas restan importancia y achacan más a las difíciles condiciones actuales del mercado.
Es más, consideran que los recientes ajustes suponen una ventana de oportunidad para tomar posiciones a buenos precios. Recuerdan que el grupo español presenta una notable ventaja competitiva dentro del sector de la industria auxiliar del automóvil gracias a su alta diversificación geográfica y de clientes. Se trata de uno de los escasos proveedores con capacidad global y cuenta con una alta cuota de mercado.
A pesar de operar en un sector cíclico, su perfil de riesgo es bajo al ser proveedor de los principales fabricantes mundiales y trabajar bajo pedido, lo que le garantiza tener una buena visibilidad de ingresos, limitar inversiones a la obtención de proyectos y poder traspasar las fluctuaciones de los precios del acero, su principal materia prima, entre otros factores.
La principal preocupación de los operadores se centra en su elevado apalancamiento, en un período en que los costes de financiación amenazan con dispararse ante la subida de los tipos de interés. En la actualidad la deuda neta se mantiene por encima de los 2.300 millones de euros, pese al intenso ajuste realizado en los últimos meses.
En este contexto, las acciones de Gestamp acumulan una caída anual cercana al 30 %. Los expertos técnicos, sin embargo, empiezan a observar un cambio de tendencia. El valor habría hecho suelo en la zona de los 3 euros que invita a pensar en una posible reacción hacia los 3,5 euros primero y hacia los 4 euros por acción después.