De hecho, la vicepresidente tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha descartado riesgos de abastecimiento pero admite que el problema vendrá de los mercados internacionales del petróleo y del gas, con el precio disparado. Seguiría y superaría la estela de los del crudo. Esta semana, el barril de crudo ha alcanzado ya los 90 dólares, 30 dólares más que lo estimado por el Ejecutivo en los Presupuestos de 2022 y todo apunta que podría llegar hasta los 100 dólares en breve de continuar la tensión bélica..
Interrogantes masivos
La situación del mapa energético de España está lleno de interrogantes en todos los niveles. El coste de luz sigue sin estabilizarse por culpa de los precios del gas -el megavatio hora supera los 232 euros- y las gasolinas no dejan de subir, algo que complica tanto a los consumidores como al Gobierno de Pedro Sánchez por el problema no solo en la inflación sino también en las importaciones de crudo. Los Presupuestos Generales del Estado están planificados para un barril medio de 60,4 dólares, frente a los 71,6 dólares que contempló para el ejercicio pasado.
Ahora mismo, los precios del crudo superan en 30 dólares las estimaciones barajadas por el Ejecutivo en los Presupuestos de 2022, lo que supone que la factura energética en la compra de petróleo se está disparando en el primer mes del año.
El problema son los precios
Por tanto, la situación geopolítica entre Rusia y Ucrania no preocupa tanto a España por el efecto que podría tener la amenaza de cortar el suministro de gas a Europa como sí el efecto dominó que puede acarrear en los precios, tanto en el petróleo como en el gas. Actualmente, Rusia nos vende poco más de un 9% del gas que consumimos, por lo que un posible corte de abastecimiento podría ser asumido por otros países productores.
“Es evidente que nos impacta la evolución que está presentando el precio del gas en un momento en que no solamente hay un aumento muy importante de la demanda por parte de los mercados asiáticos. Existen además tensiones importantes con el que todavía es el primer país proveedor de gas natural (Rusia) para la mayoría de los países europeos”, ha admitido la ministra Ribera.
El dilema para España en cuanto al gas natural se refiere, sigue estando, por un lado, en el elevado coste de su precio pues es el principal causante de que las tarifas eléctricas no bajen. Pero también en el problema que ha acarreado el cierre del gasoducto argelino Magreb-Europa a través del cual entraban a España unos 6.000 millones de metros cúbicos de gas.
Conflicto de Argelia y Marruecos
Argelia y las relaciones con Marruecos sí representan un auténtico conflicto para el Ejecutivo de Pedro Sánchez. El cierre del gasoducto Magreb-Europa (GME) por las malas relaciones entre Argelia y Marruecos ha dejado a España pendiente solo de un canal de suministro por tubo a través de la instalación de Medgaz que conecta con la red de distribución desde Almería y del transporte por barco. Un posible fallo en esta vía de abastecimiento colocaría al país ante el riesgo de un posible apagón.
Con el cierre del gasoducto GME, en palabras de la ministra, no existe ningún motivo de preocupación serio, aunque algunos expertos alertan de la vulnerabilidad que España tiene ahora tras el cierre del gasoducto. Dicha instalación tenía una capacidad para transportar 8.000 millones de metros cúbicos, cantidad que ahora debe ser cubierta, una parte por el gasoducto Medgaz a través de Almería, y otra por barco.
Los gobiernos argelino y español han sellado un acuerdo para aumentar la capacidad de transporte del segundo gasoducto Medgaz a través de Almería en unos 2.000 millones de metros cúbicos, con lo que se pasará de 8.000 millones de metros cúbicos a unos 10.000 millones. Quiere esto decir, que existe una elevada cantidad de gas natural -del orden de unos 4.000 millones de m3- que tienen que ser transportado por barcos gaseros de otros países suministradores.
Aunque a España llega gas procedente de 14 países, hay que recordar que Argelia abastece más de un 40% del consumo, lo que supone que dependemos totalmente del Gobierno argelino. Fuentes consultadas reconocen, en cambio, que la diversidad de abastecimiento de la que dispone España nos permite transportar gas natural licuado de otras zonas.
EEUU tiene la llave
Según los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores), hasta el mes de noviembre pasado, Argelia había suministrado un 44,5% del gas natural que importó España, seguido de EEUU con un 13,3%, Estados Unidos y Nigeria con un 10,9%, Rusia (8,7%), Catar (6,7%), Francia (4,6%), Trinidad Tobago (3,3%) y Noruega (2,9%). También nos venden gas otros países como Guinea Ecuatorial, Angola, Perú, Portugal, Egipto, Camerún y Argentina.
A raíz del cierre del gasoducto argelino, tanto la empresa gestora del sistema, Enagás, como las comercializadoras, han puesto en marcha un plan de seguridad para canalizar todas las vías alternativas que hay para importar gas natural licuado. Enagás ha impuesto operaciones continuas de control en toda la red y en las plantas de regasificación para mantener el máximo de reservas y evitar posibles fallos técnicos. “Toda la infraestructura gasista está al máximo de su capacidad”, comentan.
En el país, existen seis plantas regasificadoras. Cuatro de ellas dependen directamente de Enagás (Barcelona, Gijón, Cartagena y Huelva). Una quinta planta se encuentra en el puerto de Bilbao y está participada al 50% por Enagás y el Ente Vasco de la Energía (EVE). Y una sexta controlada también por Enagás (72,5%), Osaka Gas (20%) y Oman Oil Company (7,5%).
EEUU está siendo uno de los países que, por ahora, está supliendo parte del gas que España necesita para cubrir el recorte que ha supuesto con el cierre de una parte de la red de suministro de Argelia. El problema es la distancia y los elevados costes de los fletes para transportar el gas licuado.