Su anunciada dimisión tendrá efectos inmediatos en Orange España, su segunda mayor actividad del grupo y donde la caída de los resultados y beneficios es preocupante. Aún así su máximo ejecutivo en España, Jean-François Fellacher, se perfila como el nuevo CEO en la matriz en Francia.
La condena penal de Stephane Richard no tiene nada que ver con su actuación al frente de la operadora Orange, que es considerada por los analistas como globalmente positiva. Responde a unos hechos que remontan a 2008, cuando aún dirigía el gabinete de Christine Lagarde, la actual presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y ex gerente del FMI, titular del Ministerio de Economía y Finanzas galo en el momento de los hechos.
Según la sentencia, Richard participó en el montaje de un arbitraje manipulado, que tuvo un coste de 403 millones de euros para las arcas públicas. Para el Tribunal de Apelación de Paris, el todavía CEO de Orange orquestó la operación, traicionando la confianza de Lagarde, que solo habría pecado por “negligencia” (sin ninguna implicación penal) y seguirá al frente del BCE.
Mas allá de Stéphane Richard, que clama su inocencia y ha recurrido la condena, el principal beneficiario de la “malversación de fondos públicos” fue el empresario galo Bernard Tapie, que llevaba 25 años reclamando al Estado francés 396 millones de euros por las plusvalías ocultadas por Crédit Lyonnais, al cual había confiado la venta de su grupo Adidas, del que tenía que desprenderse para evitar eventuales conflictos de interés con la cartera ministerial que Mitterrand le había regalado.
El polémico empresario estuvo en prisión por comprar voluntades políticas para que el equipo de futbol de Marsella venciera la Champions, si bien es cierto que no vivió lo suficiente para volver a la cárcel, ak fallecer siete semanas antes de la sentencia.
La dimisión del presidente-consejero delegado de Orange, que fue aceptada por el consejo sin ninguna abstención ni voto en contra, deberá materializarse antes de final del mes, y obviamente no fue “voluntaria”. Ya en 2008, antes de conocer la decisión del tribunal de primera instancia que absolvió a todos los acusados, pero quedó anulada por el Tribunal de Apelación de Paris, el ministro de Economía Bruno Le Maire, lo había advertido: si Stephane Richard llegara a ser condenado, tendría que dejar Orange. Es una directiva, dijo entonces, que se aplica a toda empresa pública bajo la responsabilidad del Ministerio de Economía.
Una polémica vieja
Fue en 2013 cuando el antiguo monopolio estatal France Telecom adoptó el nombre de la empresa móvil británica que FT había adquirido en 2000 a Vodafone por 39.700 millones de euros. Para entonces, Orange ya llevaba casi una década operando como compañía privada. Fue en 2004 cuando el Estado galo situó su participación por debajo del 50%, y ahora, con solo un 22,95%, sigue maniendo el estatuto de mayor accionista, con voz de mando en la estrategia y en todo lo relacionado con la alta dirección. De hecho, fue solo con el “ok” sucesivamente de los ex presidentes Sarkozy, Hollande y Macron que Stephane Richard pudo mantenerse durante una década al frente de la operadora francesa.
Lo mismo pasará ahora. Siguiendo las instrucciones del Eliseo (presidencia de la República) y de Bercy (Economía y Hacienda), y que Stephane Richard tenía ya asumidas, las funciones de la dirección general y de la presidencia del consejo quedarán separadas. En línea con los grandes grupos mundiales, Orange tendrá un consejero delegado (CEO) y un “chairman”. La última palabra, la tendrá Macron, cuya recandidatura se da por segura. Casi del mismo modo que su reelección – pese el haber manifestado, en una entrevista, su férrea intención de “joder” a los millones de compatriotas que siguen rechazando la vacuna anti-COVID… ahora obligatoria.
Candidatos
Fueran seis los candidatos seleccionados inicialmente por el gabinete especializado Spencer Stuart. Tres ocupan puestos clave en Orange: el director financiero Ramón Fernández, la directora general de la operación de Orange France Fabienne Dulac, y el CEO de Orange España Jean-François Fellacher. Los otros, trabajan en otros grupos: Nicolas Dufourcq, es el director general de BPI France, Vivek Badrinath, dirige Vantage Towers (Vodafone) y Christel Heydemann, con asiento el consejo de Orange es vicepresidente de General Electric France.
Pero de acuerdo con las últimas noticias, en la línea de partida solo estarán tres candidatos: Ramon Fernández, Christel Heydemann y el inesperado Frank Boulben, que pasó por Orange, SFR, Vodafone…) y que oficia ahora en NY como el “chief revenue office” (algo parecido a un super director de ventas) de Verizon. Sin embargo, según “Liberation” y “Les Echos”, dicho “casting” no agrada a Macron ni Bruno Le Maire. Y no será sencillo preparar otro en un par de semanas… con que Stephane Richard tendría que cumplir su mandato, que expira en mayo.
Estrategia confusa
Hasta la fecha, la estrategia de Orange no está nada clara. No se sabe si quiere separar, como reclaman los fondos, las figuras de 'chairman' (presidente con poderes restringidos) y CEO o continuar como hasta la fecha. De ahí que Jean-François Fellacher siga teniendo buenas posibilidades para hacerse con el puesto de CEO. Sería, en todo caso, una decisión lógica, ya que antes de llegar a España ya había ejercido como CEO de Orange en Rumania y Polonia, y conoce mejor que nadie el mercado español, que seguirá siendo el segundo más importante y con graves problemas específicos, después de Francia.
Otro factor a tener en cuenta es que el salario que ofrece Orange no está en línea con el practicado por las grandes empresas del CAC40 (el índice bursátil galo). Pocos gestores de primer nivel en Francia estarían dispuestos a percibir 1,8 millón de euros anuales, como recibe Stephane Richard, que es un caso muy especial. El CEO dimitido no tenía por qué preocuparse mucho por su salario ya que antes de llegar a Orange su fortuna, generada a partir de una inversión de 800.000 euros en una promotora inmobiliaria, ya era de “varias decenas de millones”. El mercado galo está muy por encima de ese nivel.
De lo que no cabe duda es que dirigir un gigante como Orange, con 263 millones de clientes, 150.000 trabajadores (más de la mitad en Francia) y 43.000 millones de euros de ingresos, no será tarea fácil. Además de Francia, donde ocupa la primera posición entre las operadoras locales, Orange también es líder o número dos en ocho países europeos (en España, con 16 millones de clientes móviles y otros 4 millones en banda ancha fija, solo es superado por Telefónica). Lo mismo pasa en los 18 países de África y Medio Oriente, donde tiene ahora su principal motor de crecimiento.
La apuesta por los mercados africanos y del Oriente Medio fue uno de los grandes aciertos de Stephane Richard. Pese a la pandemia del Covid, es en África y en Oriente Medio donde Orange sigue creciendo a buen ritmo. Entre enero y septiembre los ingresos subieron un 11,2%, hasta 4.700 millones de euros, frente a la caída del 1,7% y del 4,9% registrados en Francia y España, con 13.400 y 7.700 millones de euros respectivamente.
Serios problemas en España
De hecho, la dimisión anticipada de Richard pudo tener que ver también con Orange España, cuya gestión será seguramente analizada en detalle por la nueva dirección. Mas allá de que se vio seriamente afectada por el covid-19 (la ausencia de la habitual ola anual turística gala provocó una caída en picado de los ingresos de itinerancia), Orange España tardó más tiempo de lo debido en adoptar las medidas necesarias para hacer frente a la dura guerra tarifaria en curso en España, en la llamada “lowcostización” del mercado español.
Además, tuvo que efectuar un reposicionamiento tarifario, dejando las marcas Amena y República Móvil para concentrar todo el negocio en Orange (oferta premium), Jazztell (gama media) y Simyo (bajo coste), con que tuvo de cerrar y/o vender centenares de tiendas.
Costes laborales
De hecho, Orange aún no tiene contabilizado el peso de la condena esperada para mayo/junio, cuando los antiguos dirigentes de FT deberán comparecer ante el Tribunal de Apelación de París. Pero teniendo en cuenta el veredicto dictado hace poco en primera instancia, podrá representar una dura carga financiera para Orange, un total unos 130.000 trabajadores podrán reclamar indemnizaciones financieras, situadas entre 10.000 y 45.000 “per cápita”.
En todo o caso, pese a pese a las reducciones de plantilla anunciadas tanto en España como en Francia, el tener una gran sensibilidad social es uno de los criterios de selección del nuevo presidente y del primer CEO del grupo. La explicación es sencilla: Orange tiene todavía muy presente la dramática ola de suicidios (39) y de depresiones provocada a final de la última década por el grupo dirigido entonces por Didier Lombard, con un duro plan de reajustes, como 20.000 despidos (20% de la plantilla) a realizar, sin contemplaciones, entre 2008 y 2009.
Según los términos de la a sentencia dictada en primera instancia, muy recientemente, Orange acosó “moral e institucionalmente” a los trabajadores, a unos para acelerar sus despidos, y a otros, para imponerles nuevas y peores condiciones de trabajo. En resumen, la justicia abrió la posibilidad de que unos 130.000 trabajadores afectados o sus descendientes, puedan reclamar judicialmente indemnizaciones entre los 20.000 y los 45.000 euros por afectado, con que, según los analistas, el volumen total podrá situarse en torno a los 2.000 millones de euros.