En España los ma­yores de 65 años en ac­tivo se han in­cre­men­tado en 40.000 per­sonas

La arriesgada aventura de hacerse viejo sin conseguir reducir las deudas

Tres mi­llones de eu­ro­peos tra­bajan con más de 65 años, mien­tras nueve mi­llones de es­ta­dou­ni­denses si­guen pa­gando sus prés­tamos uni­ver­si­ta­rios

Jubilados
Jubilados

Hacerse mayor cons­ti­tuye una pro­fe­sión de ele­vado riesgo. Sólo hace falta echar un vis­tazo a unas es­ta­dís­ticas que re­sultan de au­tén­tico vér­tigo. El nú­mero de ciu­da­danos que tra­baja más allá de los 65 años no deja de crecer en Europa. Mientras tanto, los es­ta­dou­ni­denses están atra­ve­sando se­rios pro­blemas para pagar sus prés­tamos uni­ver­si­ta­rios según van aña­diendo velas a la tarta de cum­pleaños. Joe Biden, el pre­si­dente más an­ciano de la his­toria de EEUU, quiere con­do­narles sus deu­das.

La necesidad de incrementar ingresos o de no caer en el dique seco al llegar a una determinada edad está alentando un movimiento de empleados mayores de 65 años en Europa. La fuerza de trabajo de la tercera edad alcanza los 2,7 millones de personas en los 27 estados de la Unión, según la oficina de estadísticas Eurostat. Alemania, con 840.000 trabajadores, se sitúa muy por delante de Italia y Francia, con 258.000 y 240.000 empleados de avanzada edad, respectivamente.

En España el número de ciudadanos de más de 65 años en activo se ha incrementado en 40.000 personas en los últimos tres años, hasta alcanzar los 121.000. Un dato que parece un verdadero contrasentido en un país donde la tasa de desempleo juvenil alcanza el 38% según la propia Eurostat, lo que supone triplicar la media de la Unión Europea.

El país con más empleados en activo en la franja entre los 65 y los 69 años es Indonesia, con más del 50%, seguido de Corea con el 45% y otros estados como Japon, Nueva Zelanda e Israel en la cota del 40%, según las estadísticas de la OCDE. En España sólo trabaja uno de cada veinte personas de más de 65 años.

Norteamericanos morosos

Llegar a viejo también entraña riesgos en Estados Unidos. Hay un total de 8,7 millones de personas mayores de 50 años que se encuentra todavía pagando sus préstamos universitarios, después de décadas, según las últimas estadísticas. La deuda impagada de estos préstamos asciende hasta los 435.000 millones de dólares, sobre un saldo global de 1,7 billones de dólares, lo que supone una morosidad del 25%.

El problema se ha convertido en una dolencia presupuestaria crónica, que ha llevado en muchos casos a duplicar la deuda que tienen los ciudadanos. La situación ha cobrado tales dimensiones que ha llevado al presidente Joe Biden a diseñar un plan por el que se realizaría una quita de 10.000 dólares a cada deudor.

“Desde mediados de 2006, los préstamos respaldados por el gobierno federal bajo el programa Parent PLUS han cobrado un promedio de 4,66 puntos por encima de los bonos del Tesoro de EEUU, muy por encima del tipo de interés típico para estudiantes prestatarios. Y los préstamos a los padres también conllevan una considerable comisión de apertura única. La tasa actual es del 4,23% sobre el total prestado, aproximadamente cuatro veces lo que se cobra normalmente a los estudiantes”, asegura el diario digital ZeroHedge.

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