Al calor de esta adquisición, el precio de Service Point casi se duplicó en apenas un par de semanas para alcanzar máximos anuales a cerca de 1,4 euros por acción, superando con creces las expectativas de los operadores que siguen al valor. Una vez superada esa euforia inicial, el valor ha vuelto a decaer con rapidez para poner en riesgo el nivel del euro por acción.
La presión bajista sobre las ventas ejercida por el coronavirus ha tirado al traste la estrategia de fortalecimiento fijada por su máximo accionista. El importante retroceso de sus ingresos tuvo un primer impacto con el aumento de las pérdidas en el primer semestre de 2020 de más del 33% respecto al año anterior.
Sin embargo, aunque la situación no parece haber cambiado en exceso en la segunda mitad del año a la espera del cierre de sus cuentas anuales, el mercado confía en una posible mejora de sus resultados. Se espera que del negocio orgánico y la incorporación de los nuevos activos con el aumento de la base de clientes permita contener las pérdidas y sirva para poner al grupo, al menos, en la dirección de conseguir el equilibrio financiero por el que lleva luchando desde hace cinco años tras la entrada de Paragon en su accionariado.
Este tira y afloja entre las buenas expectativas del grupo y la machacona realidad de sus resultados semestrales hasta ahora siguen siendo el caldo de cultivo a una intensa volatilidad en su cotización. El valor es capaz de apuntarse subidas superiores al 15% en apenas unos días para luego desinflarse con la misma rapidez incluso en menos tiempo.
Un camino de ida y vuelta que vuelve loco a los accionistas más fieles pero que está haciendo las delicias de los operadores más especulativos.