Los máximos responsables de Ibercaja se centran en estos días en perfilar el nuevo plan estratégico 2021-2023 y sin dejarse llevar por cantos de sirenas con potenciales fusiones como las ya anunciadas por algunos competidores. De hecho el banco presidido por José Luis Aguirre y gestionado por su consejero delegado, Víctor Iglesias, sigue defendiendo su independencia pese a un menor tamaño que otros grupos.
La entidad aragonesa ha figurado de manera constante como una de las piezas que podrían ser absorbidas en el nuevo proceso de consolidación de la banca española que se ha abierto con la integración de Bankia en CaixaBank y que se ha ampliado con la operación Unicaja-Liberbank.
Tras el cierre del ERE que afecta a un 15% de la plantilla (unos 750 empleados) y el cierre de unas 200 oficinas, la previsión es que el consejo de administración apruebe el nuevo plan estratégico a finales de marzo y que se presentará en la primera quincena de abril, según fuentes oficiales consultadas.
El anterior plan estratégico, que venció en 2020, ya fijaba un objetivo de reducción de gastos para lograr una mejora de la eficiencia. No obstante, al cierre del tercer trimestre del pasado ejercicio, la ratio aún se situaba en el 62,9% con una ligera reducción de costes (3,4%). Ibercaja ofrecerá sus resultados anuales el próximo 2 de marzo.
Durante las últimas semanas, la cúpula de Ibercaja ya ha acometido algunos cambios organizativos, como la creación de una dirección general de Empresas con la que se potenciará el negocio sobre todo en el segmento de pymes y autónomos.
Cotizada a la fuerza
Como ya ocurriera en el anterior plan estratégico, el nuevo también tendrá presente los objetivos estratégicos para preparar al banco ante su salida a Bolsa, aunque su presidente Aguirre siempre ha defendido su "origen cajero" y que la mayoría accionarial se mantenga en manos de la fundación que preside su antecesor en el cargo, Amado Franco.
Aunque se haya asumido a regañadientes la imposición de convertirse en un banco cotizado, este proceso se asume por la cúpula de Ibercaja con menos urgencia después de que el Gobierno ampliará el plazo en dos años que tenían hasta finales de 2020 como consecuencia del impacto de la pandemia.
"El banco está totalmente preparado para llevarlo adelante en el momento en el que el mercado sea más propicio, en general, y para nuestro sector, muy en particular", señalan en este sentido las fuentes consultadas ante el continuado castigo bursátil que sufren la mayoría de los bancos cotizados.
Abanca y Kutxabank son los otros bancos de determinado tamaño que todavía no cotizan en Bolsa. De hecho, desde el grupo financiero vasco han rechazado en todo momento la imposición de convertirse en una entidad cotizada.