Siemens Gamesa ha sido la clara perdedora al acumular una caída anual superior al 35%. Más allá de las incertidumbres en el sector, este importante paso atrás se ha producido tras recortar sus previsiones de crecimiento a mediados de ejercicio.
Los sobrecostes por el encarecimiento de las materias primas y retrasos en los pedidos han obligado a la compañía a rebajar sus perspectivas. Un mal que han sufrido otras empresas competidoras como Vestas. Ante este panorama, los analistas no descartan nuevos “profit warning” derivados de posibles retrasos en sus proyectos de EEUU y Asia, menores ventas en el próximo año y medio y peores márgenes.
Todo ello ha justificado el importante retroceso del valor después de marcar máximos en 38,5 euros por acción a principios de enero. Desde ahí, el goteo vendedor ha sido incesante hasta estar a punto de perder el nivel de los 18 euros. Con todo, el grupo ha resistido de momento sobre esa cota y ha repuntado hasta los 21 euros, pero los analistas no le ven mucho más recorrido a corto plazo.
También ha sido un mal año para Grifols, al acumular una caída del 27% desde principios de enero, acentuando el perfil bajista dibujado ya en 2020. A diferencia del conjunto del sector, el laboratorio catalán se ha visto afectado por la aparición de la covid. Los problemas en la producción de plasma debido a la pandemia y el fracaso de las terapias basadas en plasma para luchar contra la pandemia le han pasado una dura factura.
La decisión del grupo de limitarse a presentar resultados semestrales, tal y como permite la CNMV, no ha ayudado a generar confianza máxime después de la caída de las ventas y del beneficio experimentadas en el primer semestre. Desde sus máximos en 33,4 euros logrados en febrero de 2020, su cotización no ha dejado de caer para buscar acomodo en torno a los 17 euros por acción.
En diciembre, el valor ha experimentado un rebote del 7%, pero los analistas técnicos recomiendan prudencia, pues todavía no parece claro un posible cambio de tendencia.
Después de liderar la lista de los mejores valores en los últimos años, Solaria ha cerrado este ejercicio como la tercera peor compañía del selectivo. Desde los máximos históricos a cerca de 31 euros registrados a principios de enero, la cotización se ha desplomado hasta encontrar soporte en las inmediaciones de los 17 euros por acción.
En su caso, la elevada valoración alcanzada en años anteriores junto con la inestabilidad del sector de renovables derivado de los altos precios de la electricidad han terminado por pasar factura a su cotización. Con todo, los analistas siguen apostando por ella como empresa de futuro.
En Credit Suisse, por ejemplo, han señalado recientemente que la compañía no está reflejando en Bolsa su verdadero potencial teniendo en cuenta el crecimiento de su cartera de proyectos.