En la noche de Navidad, el Rey Felipe VI reclamaba concordia en esta España del ahora en busca de consolidar su recuperación frente a una nueva ola de una pandemia recurrente.
Pasamos de los ERTEs a un Acuerdo tripartito entre gobierno, patronal y sindicatos que allana el terreno para la convivencia entre obreros y patronos. Los ERTEs han tenido un alto costo pecuniario. Aumento del gasto público y necesidad de una financiación para cubrir el déficit.
¿Una imprudencia temeraria o sensata e imprescindible? Mario Draghi y Enmanuel Macron al unísono abogan por reformar las reglas fiscales de la Unión. “Reglas, que califican, de demasiado oscuras y excesivamente complejas que constriñen las políticas gubernamentales durante la crisis y recargan sobremanera a las políticas monetarias.”
Reclaman los dos políticos liberales un nuevo marco que posibilite nuestra ambición europea, aunque sin renunciar a rebajar, cuando y cómo se pueda, los niveles de endeudamiento público. Ahora bien, sin subir impuestos ni reducir el gasto social.
Necesitamos crecimiento y recuperación. Dos palancas para compensar los efectos contractivos de la pandemia. La UE ha recuperado su espíritu integrador y solidario que impulse la actividad y el empleo. España por su parte marcha en esta dirección. Más ocupados, más cotizantes a la Seguridad Social, recaudación fiscal superior a la de 2019 y un indicador tan sensible para medir la temperatura de un país, como es la exportación, no cesa en su espiral ascendente.
Mensaje navideño de Felipe VI. Demasiado tímido y envuelto en una retórica más gris que brillante. Contraste con el discurso que pronunciara en la Asamblea Francesa, copyright de Jorge Semprún, Juan Carlos I.
Aquél rey caprichoso y licencioso, como lo fuera en Francia el presidente Mitterand, dos familias y una mutación del anti-europeísmo a la defensa a ultranza de la UE. Rechazo a la unificación de Alemania y exigencia, como contrapartida, de la creación de una moneda común.
Rezaba el villancico plateresco de hace 500 años con sones de dulzainas: “Aquellas sierras madre – altas son de subir- encima de ellas, madre- tengo mis amores” Altas son ahora las amenazas que hay que escalar y necesitadas de un esfuerzo de gentes, como diría Quintiliano, llenas de talento y cordialidad para el manejo de los asuntos públicos.