En estos momentos, Brasil tiene dos enormes retos pendientes en su importante sector de las telecos nacionales, y con TIM como uno de los principales protagonistas. El más importante es el despliegue de las nuevas redes nacionales 5G, con una inversión total de 7.250 millones de euros, por cuenta principalmente de Telefónica Vivo, América Móviles (Carlos Slim) y TIM (la filial brasileña de Telecom Italia), cuyas respectivas licencias de explotación serán firmadas los próximos días.
Además, y para antes de final de año, está previsto el reparto entre las tres principales operadoras de todo el negocio móvil de la semi quebrada local Oi (espectro y clientela), tras el cual TIM quedará casi al mismo nivel de sus dos grandes rivales.
TIM, como Telefónica Vivo y la operadora de Carlos Slim, tendrá que afrontar cuantiosas inversiones y no cabe esperar que un fondo inversor como KKR, con interés primordial en el retorno de sus inversiones, tenga un interés especial por el sector brasileño, en pleno e incierto desarrollo y donde carece de cualquier tipo de sinergias, por unos altos niveles de competitividad, tanto por las grandes como por parte de las operadoras regionales.
Nula reacción en Brasil
De hecho, la reacción de los inversores tras el anuncio de la oferta del fondo norteamericano fue mínima: las acciones de TIM Brasil ni se inmutaron mientras las de la casa madre italiana se dispararon casi un 40%.
Ya existen pronósticos sobre lo que pueda pasar. BTG Pactual da por seguro que KKR solo estaría pendiente de la operación nacional de Telecom Italia, con que pese a contar algunas operaciones conjuntas con Telefónica en Latinoamérica (creación de redes neutrales en Colombia y en Chile), lo primero que hará, si logra hacerse con Telecom Italia, será poner TIM Brasil en venta.
Vivendi, como principal accionista privado de Telecom Italia, lo viene reclamando desde su entrada. Con casi un 24% del capital, Vicente Bolloré nunca apostó por la operación brasileña, que solo era parte la estrategia seguida por el CEO de la operadora italiana, Luigi Gubitosi.
Antes incluso de su entrada en Telecom Italia Vivendi decidió ceder a Telefónica su antigua operación local GVT, materializada en agosto de 2004, aún con César Alierta al frente de la operadora española.La operación fue valorada en 7.450 millones de euros y por la que Vicente Bolloré ingresó en metálico 4.600 millones y recibió un 12% de Telefónica Brasil.
Una tercera parte de este porcentaje fue utilizado después para entrar en Telecom Italia, con un 5,7% inicial. Además Vivendi intercambió 58,4 millones de acciones preferentes de Telefónica Brasil por un 0,95% del capital del grupo Telefónica.
Antes de firmar con Telefónica, Vivendi había rechazado otra suculenta oferta por GVT: 1.700 millones de euros en metálico, un 16% de Telecom Italia y un 15% de la nueva operadora que saldría de la fusión de GVT con TIM. La explicación de Bolloré para ignorarla fue que la oferta española estaba más en línea con sus objetivos estratégicos -o sea la apuesta en Telecom Italia-, pero que hasta la fecha no ha tenido los resultados esperados.
Vivendi pierde dinero en Italia y gana en España
Antes del anuncio de la oferta KKR, que se hizo con una prima bursátil del 45% y que ya ha quedado superada, la operadora italiana cotizaba en bolsa apenas 0,34 euros por acción, una tercera parte del precio que Vivendi pagó para entrar en el capital.
Vicente Bolloré mantiene desde entonces unas muy buenas y estrechas relaciones con Telefónica. Prueba de ello es lo que está pasando en Prisa, donde Vivendi se ha hecho con el 9,9% del capital y donde aspira a llegar al 29,9%. Todo para facilitar que su socio y amigo Joseph Oughourlian, al frente de Amber Capital, tomara el mando del grupo fundado por Jesús de Polanco.
En esta operación, Bolloré tuvo todo el apoyo necesario de Telefónica, según se afirma en medios políticos de Francia, aunque queda saber hasta donde podrá llegar teniendo en cuenta que, pensando en las importantes sinergias con Prisa (prensa, edición…), Vivendi quiere tener el mismo porcentaje que su supuesto testaferro un 29,9%, y así evitar ambos la obligación de lanzar una OPA.
La intención de Bolloré es dejarlo todo bien atado, para cuando llegue la hora de ceder a sus hijos la dirección de su grupo, con un volumen de negocio de 24.000 millones en todo tipo de actividades, desde prensa, televisión, edición, publicidad hasta los “oscuros” negocios africanos, como la logística portuaria, el transporte ferroviario, las explotaciones agrícolas, con varios presuntos casos de corrupción y de compra de favores políticos locales que llegaron a los tribunales.
De hecho, Bolloré ya ha puesto fecha para su jubilación, el 17 de febrero de 2022, el día de su 70º aniversario, y que marca también el bicentenario de la creación del grupo familiar, cuyo mando tomó a los 29 años, cuando estaba en quiebra y por un precio simbólico de 2 francos.
Sorpresa en Prisa
Además de la batalla en curso por el control de Telecom Italia y la posibilidad de alcanzar casi un 30% de Prisa, antes de su retirada oficial es posible que Bolloré haya encontrado algún comprador para sus negocios logísticos africanos, que representan 2.100 millones de euros pero que funcionan ahora casi como una pesadilla.
Y, sobre todo, hará todo lo que pueda para impedir la reelección de "su" odiado Emmanuel Macron en las presidenciales del próximo mes de abril. Para ello, todo su imperio mediático (CNews, Europe1, Paris Match, Journal du Dimanche…) estará al servicio del polemista Eric Zemmour, con un discurso radical de derecha, nacionalista, antieuropeo, supuestamente racista y ferozmente hostil a la comunidad islámica.