La vicepresidenta segunda consigue la mejor valoración desde que se hizo con el poder tras la dimisión de Pablo Iglesias. Su línea tendencial va claramente al alza. Pero la suma de sus votos y la de todos los partidos que apoyan al Gobierno no conseguirían una mayoría absoluta si se celebraran en este momento las elecciones.
El PP con el 28,2 % de los votos conseguiría 116 escaños. VOX se consolidaría con el 16,4 % de los votos y 58 escaños. Sumados los de Foro Asturias y Navarra Suma lograrían una mayoría de 177 escaños. Todavía podrían contar además con los votos de Ciudadanos, Coalición Canaria y Partido Regionalista de Cantabria, que cada uno de ellos obtendría un escaños.
Tras la reunión de la Cumbre del G20 en Roma, Pedro Sánchez ha dado muestras de entender muy bien lo que está en juego en el ámbito de las reformas que tiene que aprobar para recibir el grueso de los 69.500 millones en transferencias que vendrá de Bruselas si presenta las reformas necesarias.
El presidente sabe muy bien que tendrá hasta finales de año para aprobar su modelo de reforma laboral. Podrá recibir los fondos correspondientes a este año, incluso sin haber aprobado todavía en el Parlamento la reforma, pero ésta se hará atendiendo a las indicaciones de la Comisión Europea.
Es decir, se hará por consenso con todos los agentes sociales, no se eliminará ningún aspecto clave de la flexibilidad que permitió en el 2012 iniciar el camino de la recuperación del empleo tras la crisis del 2007 y será el Gobierno, no solo Unidas Podemos, liderada por Yolanda Díaz, quien asuma el éxito mediático de la reforma aprobada.
El presidente ha reiterado al ser preguntado en la capital italiana ante el proceso abierto para la reforma laboral, que lo importante es “ganar la batalla al futuro”. No ha detallado mucho más. Al menos él no ha sido mucho más preciso. Lo que ve necesario es reconstruir “algunas cosas” de las que cree que se hicieron mal en la reforma aprobada en 2012 por el Gobierno del PP.
Sánchez ha eludido en todo momento referirse a las posiciones y negociaciones ya realizadas por la vicepresidenta segunda y ministra de Empleo y Economía Social. Pero tampoco le ha querido dejar a ella todo lo que se considera meritorio de las reformas ya hechas en materia laboral y social. Entre ellas la regulación de los repartidores de comida, el teletrabajo, la ampliación de los ERTES, la ampliación de permisos de maternidad y paternidad, la subida del salario mínimo, o las medidas a favor de la equiparación salarial entre hombres y mujeres.
Batalla por el futuro
Todo esto forma parte del futuro. “La batalla que tenemos que ganar es la del futuro”, ha dicho. “El momento es ahora”, según Pedro Sánchez. La labor de concreción de en que se va a centrar el Gobierno a partir del próximo martes para fijar su posición en la reforma laboral se la ha dejado a Nadia Calviño.
Según la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, hay que asegurarse de que el Gobierno habla con una sola voz en la reforma laboral de la que destaca cuatro puntos: la simplificación de contratos y reducción de la temporalidad que, Calviño considera excesiva. Además, hay que conseguir una adecuada regulación de las subcontratas. En tercer lugar, ha comentado, se ha de conseguir un reequilibrio de las partes en la negociación colectiva y, en cuatro, crear un mecanismo de flexibilidad inspirado en el ejemplo positivo que ya han tenido con los ERTE. De lo que ha venido coordinando Yolanda Díaz, según el documento de 29 paginas enviado a los agentes sociales, mutismo absoluto.
Estos cuatro puntos esbozados por Calviño son los elementos clave según la vicepresidenta primera. Sobre ellos el Gobierno debe coordinarse para hablar con una sola voz. Pero en qué queda todo el trabajo dirigido hasta ahora por la vicepresidenta Yolanda Díaz y su equipo. ¿Ha fulminado Calviño el trabajo de la vicepresidenta segunda? No está claro. Sánchez ha evitado enfrentarse con ella. Lo que sabe el PSOE es que Yolanda ha conseguido un apoyo como ningún reciente ministro de Trabajo había conseguido de los dos principales sindicatos nacionales. Apoyo de los sindicatos y reconocimiento de la opinión pública que está haciendo mella en el voto socialista.
Pedro Sánchez sabe que la división interna en el partido y en la coalición gubernamental se paga con perdida de las expectativas de voto. Por ello trata de aplacar al máximo el enfrentamiento público con su vicepresidenta y líder de Unidas Podemos. Pero el apoyo que le ha dado hasta ahora ha logrado que se produzca una merma importante en la proyección electoral del PSOE.
La ruptura de la coalición llevaría a un adelanto electoral en el que, según el consenso de los sondeos, llevaría al actual Gobierno de coalición a la oposición. Este temor es el principal aglutinante del gobierno presidido por Sánchez, quien asume a partir de esta semana el gran reto para evitar esa ruptura. Aunque ésta llegará cuando se aproximen las elecciones. Sánchez y Díaz saben que serán contrincantes en las próximas elecciones, aunque de momento tratan de retrasar al máximo tener que enfrentarse en ese ring.