Los consejos de administración de CaixaBank y Bankia tienen mucho que sopesar junto a los asesores elegidos para su fusión, Morgan Stanley y Rotschild. Tras el inicial respaldo de los mercados, con sus cotizaciones disparadas, el interés parece puesto en el canje accionarial para la creación del primer banco en España por activos.
Los solapamientos de sucursales, y el inevitable ajuste, también estará sobre la mesa en el caso de que se cierre la operación corporativa. CaixaBank (3.846 oficinas, al cierre de junio) y Bankia (2.269) suman una red más de 6.000 oficinas, una dimensión excesiva en la actualidad con todos los desarrollos digitales.
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, ya señaló en la presentación de los resultados del segundo trimestre que, tras el paréntesis provocado por la pandemia, se retomaría el ajuste pendiente hasta quedarse en 3.600 sucursales durante estos meses, tal y como estaba previsto en su plan estratégico en el que por primera vez en la historia también se redujo la plantilla, principalmente mediante prejubilaciones.
En ese mismo acto, Gortázar descartó cualquier reducción adicional de empleos a los ya pactados. Eso sí, el consejero delegado de CaixaBank también descartó entrar en cualquier operación corporativa porque ya tenían el tamaño suficiente y su apuesta directa era por el crecimiento orgánico. Algo ha debido cambiar desde finales de julio, y ha debido ser decisivo.
Más abierto a operaciones se mostró el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, ya que las circunstancias actuales son propicias a las fusiones. Eso sí, Sevilla, también el pasado mes de julio, volvió a reiterar que no había ninguna operación ni encima ni debajo de la mesa. En un mes, también todo ha cambiado.
Los responsables sindicales de CCOO y UGT han mostrado su respaldo a la fusión de Bankia y CaixaBank, aunque con la advertencia de que no suponga más destrucción de empleo en un sector que ya ha perdido 100.000 puestos de trabajo en la última década, como consecuencia de la profunda consolidación de la banca en estos últimos años.
Intereses dispares
Además de esos ajustes, propios en cualquier fusión bancaria, los consejos de administración de CaixaBank y Bankia tendrán que hilar fino en cuanto a sus acuerdos en el negocio de seguros que cada uno de los grupos mantienen hasta el momento.
El grupo aún presidido por Jordi Gual cuenta con una potente unidad de seguros, tanto con VidaCaixa (que aportó 166 millones de euros en el primer semestre) como mediante su participación del 50% en SegurCaixa Adeslas, en la que comparte propiedad con la Mutua Madrileña de Ignacio Garralda.
Por su parte, Bankia mantiene una alianza histórica con Mapfre heredada desde la época de Caja Madrid. Con la integración de BMN, el grupo presidido por José Ignacio Goirigolzarri ya ha tenido que reordenar su negocio de bancaseguros en el que ha prevalecido la compañía presidida por Antonio Huertas.
Reacciones
Por el momento, el anuncio de la potencial fusión no ha generado muchas reacciones desde el ámbito político, a pesar de que Podemos siempre ha apostado por una banca pública en torno a Bankia.
Aunque algunos nacionalistas catalanes han reclamado la sede social en la región de origen de CaixaBank, esta entidad ya trasladó su sede a Valencia en octubre de 2017, tras el proceso independentista. En la capital levantina también conserva su sede social Bankia, como consecuencia del reparto de poder entre Caja Madrid y Bancaja cuando crearon el complejo conglomerado de distintas cajas de ahorros.
El Banco de España también se ha pronunciado sobre la operación y afirma que "conoce la intención de los consejos de administración" respectivos. "El papel de los supervisores es analizar la viabilidad de los proyectos de fusión que se presenten", se indica y añade el supervisor que "si las negociaciones fructifican, el Banco de España analizará la operación en el marco de los equipos de supervisión conjunta del Mecanismo Único de Supervisión".
El propio gobernador, Pablo Hernández de Cos, ya aseguró el pasado 1 de septiembre que en el sector bancario español había margen para más integraciones sin incurrir en el oligopolio. Una declaración que se producía 24 horas después de que el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, calificara de "urgentes" las fusiones de bancos por su baja rentabilidad.