La técnica que ponen en práctica los amigos de lo ajeno es cualquier cosa excepto sofisticada: acudían a un dispensador de efectivo con tarjetas de crédito de terceros y solicitaban la extracción de 1.000 euros; una vez la ranura para la salida de los billetes se abría, capturaban el efectivo mediante el citado objeto metálico y, sustraído el dinero, cancelaban la operación, consiguiendo que el saldo del titular no disminuyera a pesar de haber obtenido el 'cash'.
La policía ha dado cuenta a los medios de esta práctica -a la que ha calificado como "novedosa modalidad delictiva"- después de desarticular una banda dedicada a este tipo de estafa, mediante la cual los presuntos delincuentes llegaron a sustraer 40.000 euros en un solo fin de semana. En total, el grupo, compuesto por seis integrantes de nacionalidad venezolana, llegó a acumular más de 200.000 euros de forma fraudulenta.
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Para llevar a cabo el 'Teller Hooking', los defraudadores cuentan con la ayuda de personas que, a cambio de una parte delbotín, ceden sus tarjetas bancarias personales, con las que se realiza la operación. Gracias a estos contactos, la banda había podido actuar en varias provincias de España.
Los protocolos de seguridad de los cajeros automáticos han tenido que ser actualizados para evitar esta nueva modalidad de fechoría, que se suma a otros métodos de fraude como el 'lazo libanés' -instalar una falsa ranura en el cajero que se traga una tarjeta ajena-, la clonación del 'plástico' o el 'Phishing' -fraude on line mediante el que se obtienen fraudulentamente los datos bancarios de la víctima-.