ANÁLISIS

Reino Unido vs Europa: penalización del turismo a través de una añagaza proteccionista

Los so­cios eu­ro­peos no apuestan tam­poco por el li­be­ra­lismo y la so­li­da­ridad entre los Estados miembro

Incentivar el turismo
Incentivar el turismo

Un ca­lu­roso día de julio el diario El País pu­bli­caba en pri­mera pá­gina y con gruesos ca­rac­teres el nú­mero de muertos por el Covid-19 en España. Más de 44.000. Un tri­buto, sin duda, a la li­bertad de prensa y un gesto de in­de­pen­dencia frente al go­bierno de Pedro Sánchez. Horas más tarde, el go­bierno de Her Majesty de­cre­taba la cua­ren­tena obli­ga­toria para cual­quier ciu­da­dano, bri­tá­nicos in­clui­dos, pro­ce­dente de España.

¿Oportuna o inoportuna esa publicación elaborada por el propio diario?. Transparencia que, sin embargo, no practica con tanta soltura cuando se trata de sus propias dificultades. Libertad de prensa en todo caso respetable y necesaria. En ésta ocasión, muy inoportuna. El gobierno no será el único perjudicado, lo serán sin duda los ciudadanos, empresarios y trabajadores del sector turístico, tanto el peninsular como el de Canarias y Baleares.

La insularidad de éstos señeros destinos turísticos ha facilitado el control de la pandemia en sus territorios. Son enclaves geográficos y humanos menos peligrosos que la mayor parte del territorio del Reino Unido y especialmente de Inglaterra.

El Ministerio español de Asuntos Exteriores reclama un corredor sanitario. Una propuesta razonable. Cualquier negativa británica implicaría sencillamente mala voluntad; la sospecha de un brote proteccionista. ¿Estamos de nuevo ante lo que G. Dangerfield llamó en 1935: “La extraña muerte de la Inglaterra liberal?”

Desgraciadamente los socios europeos tampoco están apostando por el liberalismo y la solidaridad entre los Estados miembros de la UE. Papeleo imposible para salir de Bélgica o cortapisas escandinavas de todo orden. Ciudadanos europeos enclaustrados no tanto por un razonable temor al contagio sino por un nuevo aliento proteccionista que asusta a Europa.

Los viajes con destino a la Europa meridional se presentan como un peligro temerario para la salud de quienes, por otro lado, reclaman que las facilidades acordadas por el Consejo Europeo en forma de créditos se paguen y aquellas otras en forma de donaciones estén justificadas. Asistimos a otro acto de la tragedia representada en Bruselas entre los supuestamente frugales del norte y los alegres despilfarradores del sur.

Mal lo tiene la diplomacia española para encontrar esos corredores sanitarios que faciliten la integración europea. ¿Acaso hay más seguridad sanitaria en Bruselas, Amsterdam o Estocolmo que en las playas mediterráneas o canarias?¿ Están nuestros medios de comunicación, incluido El País, alertas a lo que está en juego?

Artículos relacionados