La sociedad achaca los números rojos en gran medida a la crisis derivada de covid-19, que sólo le afectó en 15 días de los 90 que tiene un trimestre. Según sus estimaciones, el impacto de la enfermedad pandémica ha tenido un efecto negativo de 25,5 millones de euros en los ingresos del grupo y de 20,8 millones en el Ebitda. Las ventas han caído un 3,8%, hasta los 262,5 millones, mientras el resultado operativo ha retrocedido un 19%, hasta 56 millones.
Con el fin de minimizar en la medida de los posible este impacto, Prisa ha puesto en marcha un duro plan de ajuste de costes entre marzo y diciembre de 40 millones de euros. El recorte afecta a todas las partidas, entre los que se encuentra la reducción salarial de la plantilla, respaldada por buena parte de los trabajadores.
El tipo de cambio también ha tenido un efecto negativo de 18,2 millones en ingresos y de 8,4 millones en Ebitda en el balance global. El grupo ha sufrido en sus carnes la fuerte devaluación realizada en Argentina, Brasil y Chile.
Por su parte, Prisa sigue sin conseguir frenar su abultado apalancamiento. A marzo de este año, la deuda se ha elevado a 1.067 millones de euros frente a los 1.061 contabilizados al cierre del 2019. Una presión justificada en parte por las medidas de liquidez adoptadas frente a la pandemia. Sus niveles de caja se sitúan en 265 millones tras haber dispuesto 99 millones en líneas de liquidez.
Estos resultados, en los que solo la sólida evolución de la Editorial Santillana ha logrado salvar los muebles, han sido acogidos con cierta optimismo por el mercado después de la profunda crisis que viene sufriendo la acción desde hace más de una década. La cotización de Prisa,que sigue siendo para llorar mientras sus directivos pasados y presentes se enriquecen, ha iniciado en mayo un proceso lateral en zona de mínimos absolutos ente los 0,52 y los 0,6 euros.
En estos días está atacando la parte alta de este canal. Su superación podría ser determinante de cara a una mejora de su perfil, pero los expertos técnicos muestran aún muy escépticos sobre su capacidad para recuperar una tendencia alcista consistente.