Una moneda global que bautizó con el nombre de bancor fue el sueño de Keynes en la Conferencia de Bretton Woods. En los años setenta, un cuarto de siglo después de la formulación de ese instrumento mundial de pagos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) abrazó esta idea.
Keynes llevaba ya muchos años bajo tierra cuando esta institución creó los derechos especiales de giro (DEG), un instrumento de liquidez que ha cobrado protagonismo en la crisis actual. Las posibilidades de esta herramienta para inyectar liquidez son casi ilimitadas. Muchos sueñan con la posibilidad de que desbanque al dólar como principal medio de pago mundial.
Los DEG constituyen un instrumento de liquidez constituido por una cesta de monedas compuesta por el dólar, la libra esterlina, el euro, el yen japonés y el yuan chino. “Lo importante es darse cuenta de que el DEG es una fuente de liquidez global potencialmente ilimitada. Es por eso que los DEG se inventaron en 1969, cuando el mundo estaba buscando alternativas al dólar, y es por eso que se utilizarán en el futuro inminente” asegura James Rickards, un gurú estadounidense de los mercados de divisas.
Los DEG ya se han utilizado en varias crisis financieras anteriores. Entre los años 1971 y 1981 se realizaron varias emisiones. Pero la más importante se produjo en 2009, cuando se distribuyó una emisión entre los miembros del FMI, con el objetivo de proporcionar liquidez a los mercados tras el derrumbe económico de 2008.
“El propósito era en parte aliviar las preocupaciones de liquidez en ese momento, pero también para asegurarse de que el sistema funcionara en caso de que fuera necesaria una nueva emisión a corto plazo. La experiencia de 2009 mostró que el sistema funcionaba bien”, aseguraba recientemente Rickards en el digital The Daily Reckoning.
La teoría del gurú del mercado de cambios es que el FMI está llamado a liderar la recuperación de la crisis actual, que ha cobrado un carácter fabuloso, ya que va a implicar a todos los países del mundo. El FMI puede funcionar como un banco central a través de emisiones constantes de DEG. En este escenario, la sustitución del patrón dólar como mecanismo mundial de pagos podría producirse de forma automática.
Emisores supranacionales
La lucha para evitar el estrangulamiento de la liquidez en todo el mundo incluiría estas emisiones constantes de derechos especiales de giro, que podrían llevar a cabo instituciones como la ONU o el Banco Mundial.
Rickards aporta en su análisis un dato fundamental. Asegura que en los próximos años, la cotización del dólar puede experimentar una caída de hasta el 80%, lo que haría añicos las carteras de ahorros de munchos inversores.
Las grandes tormentas monetarias, las que han supuesto una catarsis en los patrones establecidos hasta entonces, se produjeron en los años 1914, 1939 y 1971. Han tenido lugar cada treinta o cuarenta años. La última fue hace casi 50 años. ¿La crisis del coronavirus nos ha situado ante un nuevo big bang en el mercado de pagos?