Lo cierto es que la visibilidad ha caído significativamente en este comienzo de 2020. Tras una 2019 extraordinario en el que la inversión total reventó todos los registros superando los 8.500 millones de euros (con el apoyo de dos grandes operaciones como las compras de Cepsa y Dorna, pero con muchas más transacciones de por medio), en lo que va de año no han parado de avanzar las dudas sobre la valoración de las compañías en un entorno de de inestabilidad creciente.
"El año empezó a velocidad de crucero en operaciones, pero a medida que avanza el coronavirus se está perdiendo tracción. Es un proceso totalmente normal, porque lo que está en juego es el estado de salud de la economía española y también la global. Compradores y vendedores quieren defender sus intereses y ninguno va a mover ficha hasta que no se aclare el panorama. Vamos a ver retrasos en el ritmo de cierre de transacciones", señalan en fuentes del sector.
En juego están las expectativas de los vendedores de empresas, pero también los del propio sector de capital riesgo, que ve como su calendario de desinversiones está en peligro. Inversiones muy maduras ya, que estaban en la rampa de salida, se van a retrasar durante semanas o quizá meses. Por lo tanto, el coronavirus está trastocando los planes desinversores de los fondos de 'private equity', que cuentan con otro factor adicional en contra.
El sector no podrá contar con el as en la manga del mercado de valores, una de las fórmulas de desinversión históricamente favoritas porque las valoraciones en bolsa suelen ser más altas. Pero el desplome de las bolsas ha cerrado a cal y canto el mercado. Una situación que no es nueva, como prueba que hace muchos trimestres que el sector no consigue colocar ni una de sus participaciones en el parqué. Ahora no parece que haya posibilidad hasta el segundo semestre.
Los fondos han intentado colocar en bolsa empresas como Tendam, Europastry, Wizink o Haya Real Estate en condiciones de mercado mucho mejores de las actuales y las valoraciones que exigían los inversores no les convencieron. Ahora, en un escenario mucho más complejo, algunas o incluso todas estas operaciones pueden quedarse mucho tiempo en el cajón. La razón es que el apetito de los inversores en bolsa está bajo mínimos.
"Ya habrá tiempo de estudiar y de aceptar en su caso rebajas de precio. Es posible que ahora los fondos nos centremos más en potenciales compras, porque los niveles de liquidez están en máximos y históricos y tenemos presión para realizar adquisiciones", señalan en uno de los grandes vehículos de 'private equity' nacionales, que recuerda que en este momento el sector gestiona a nivel mundial más de 4 billones de dólares en plena búsqueda de los inversores de rentabilidades extra en un escenario de tipos negativos.
Aunque el nivel de preocupación aún no es elevado, el sector sí teme que la ralentización se extienda al menos durante toda la primera mitad del año. "Harán falta algunos meses para que las valoraciones se ajusten a la nueva realidad económica. La experiencia demuestra que es necesario al menos un trimestre. El problema es que la evolución del coronavirus es impredecible", señalan fuentes de un sector con las alforjas llenas y que afronta el corto plazo con una velocidad menos.