Más allá de un deseo de independencia, la incertidumbre de lo que puedan encontrarse en otra entidad es la clave para evitar una suma que pueda resultar, al final, una resta. Ejemplos del pasado más reciente aún están muy vivos en la memoria de la mayoría de los banqueros españoles como para adentrarse en aguas procelosas.
Eso sí, y pese que ninguno reconozca que hay alguna operación corporativa encima de la mesa, las potenciales fusiones bancarias en un futuro más o menos inmediato ha sobrevolado por encima de todas las presentaciones de los resultados anuales que, hasta el momento, han ofrecido los bancos cotizados.
El prolongado escenario de tipos de interés en negativo y unos extraordinarios que han impactado en la cuenta de los mayores bancos españoles por distintos motivos son dos factores que respaldan los mensajes tanto del Banco Central Europeo (BCE) como del Banco de España para acometer una nueva ronda de consolidación.
Por supuesto que la decisión final deberá tomarse por los propios gestores de los bancos, como han reconocido desde los organismos supervisores. Mientras tanto, los máximos responsables de la banca española consideran que esos mensajes son más una sugerencia genérica y no una presión específica para encarar una fusión.
Así se reconocía por parte del director financiero de Unicaja, Pablo González, aunque a la vera de su consejero delegado, Ángel Rodríguez de Gracias, han sido los que más abiertos se han mostrado a alguna operación corporativa "siempre que genere valor a nuestros accionistas". Hace un año, la entidad malagueña negociaba con Liberbank una integración que resultó luego frustrada.
Caso a caso
En CaixaBank, por el contrario, el horno está para pocas fusiones ya que, como aseguró su presidente Jordi Gual, no quieren "distracciones" y prefieren centrarse en su plan estratégico. Su tamaño en España es suficiente para ser líder y sus miras ya se fijaron en otros mercados, como el portugués.
Bankia se encuentra en el epicentro de todos los posibles movimientos corporativos. Su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, ha reiterado el conocido mensaje de que no hay fusión alguna "ni encima ni debajo de la mesa" y su empeño es el de obtener todas la sinergias de su reciente fusión con BMN.
El presidente del Sabadell, José Oliu, fue el que hace poco más de un año desató la posibilidad de que la pretendida fusión con Bankia podría volver a estar encima de la mesa. No obstante, dicha operación sigue aparcada en un cajón y durante la presentación de sus cuentas anuales, y pese al duro castigo en Bolsa, el propio Oliu se desmarcó de cualquier movimiento corporativo.
El Santander presidido por Ana Botín ya tiene bastante con el encaje de Banco Popular que aún no se aprecia en su aportación a las cuentas del grupo. Además, su prioridad pasa por consolidar el modelo de banco único en todos los países en los que opera y desterrar la imagen de una franquicia de distintas entidades financieras.
BBVA es un caso aparte, ya que, pese a lo manifestado por su presidente Carlos Torres, su futuro pasa más por los tribunales que por el encaje "industrial y financiero" de cualquier posible fusión. El caso FG-Villarejo condicionará, en un sentido u otro, su futuro y el levantamiento del secreto de sumario se prevé inminente.