El Banco Central Europeo (BCE) ha enviado un mensaje con sabor agridulce para los banqueros, exigentes desde el pasado mes de marzo para que levantara el veto al pago de dividendo a sus accionistas. Una medida que, en opinión de los directivos, ha agudizado el castigo bursátil a los bancos.
Los máximos responsables de la banca, con los españoles muy beligerantes durante todos estos meses, confiaban en una vía libre para el pago de dividendos por parte del supervisor. De esta manera, esperaban en un mayor margen para respaldar a unos accionistas que se han visto afectados por la decisión tomada por el BCE.
La recomendación es que las entidades de crédito actúen "con extrema prudencia en relación con los dividendos y la recompra de acciones". Por ello, desde el BCE se solicita a todos los bancos que se abstengan de repartir dividendos en efectivo y recomprar acciones o que "limiten tales repartos hasta el 20 de septiembre de 2021".
Según esgrime el BCE en un comunicado, ante la "persistente incertidumbre sobre el impacto económico de la pandemia", lo esperable es que los dividendos y recompras de acciones se mantengan por debajo del 15% del beneficio acumulado de los ejercicios de 2019 y 2020, así como que no sobrepasen los 20 puntos básicos de la ratio de capital ordinario de nivel 1, si el importe es menor.
El supervisor bancario argumenta que las entidades que se propongan repartir dividendos o recomprar acciones deben ser "rentables y tener trayectorias de capital sólidas", siempre que la distribución prevista sea prudente. "La entidades deben abstenerse de repartir dividendos a cuenta de sus beneficios de 2021", se añade en el comunicado del BCE.
Alerta de morosidad
El mensaje de prudencia del BCE se sustenta en la enorme incertidumbre que aún se vive como consecuencia de la pandemia y los impactos que se puedan producir en un futuro a corto plazo en los balances de los bancos. "El impacto de la pandemia no se ha manifestado plenamente en un contexto en el que las entidades siguen beneficiándose de diversas medidas de respaldo público y considerando que los deterioros crediticios se producen con retraso temporal".
En este sentido, la mayoría de los máximos responsables de la banca española han asumido en los últimos tiempos que cuando finalicen los avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y el vencimiento de las moratorias concedidas (oficiales o sectoriales) supondrán un incremento de la morosidad a finales del primer trimestre de 2021.
"Las entidades deben seguir usando sus colchones de capital y de liquidez para conceder crédito y absorber pérdidas. El BCE no les exigirá que comiencen a restituir sus colchones de capital antes de que este alcance el nivel máximo de caída", subraya el supervisor en su comunicado.
No obstante, los banqueros, sobre todo los españoles, se han mostrado muy cautos con la utilización de dicho colchones de capital, ya que las exigencias de solvencia ya han situado a la banca española a la cola de la banca europea, según los últimos análisis conocidos recientemente.