España se sitúa a la cola de Europa en nú­mero de em­pleados por su­cursal

La banca, con o sin fusiones, se queda anoréxica en empleados, oficinas y número de entidades

La me­jora de la efi­ciencia y de la ren­ta­bi­lidad aboca a más ajustes a corto plazo

Bancos en Bolsa.
Entidades bancarias.

A la banca es­pañola, pa­ra­fra­seando al his­tó­rico Alfonso Guerra, no la va re­co­nocer "ni la madre que la pa­rió". Todos los ajustes de redes y plan­ti­llas, bien por fu­siones o por las me­didas en ne­go­cia­ción por parte de las en­ti­da­des, su­pon­drán una re­duc­ción de su di­men­sión hasta casi que­darse en los hue­sos. La des­apa­ri­ción de un 30% de en­ti­dades desde 2009, la re­duc­ción en casi un 50% de las ofi­cinas y, casi en la misma pro­por­ción, la des­truc­ción de em­pleos dejan al sector es­pañol a la cola de Europa en al­gunas com­pa­ra­cio­nes.

El tremendo ajuste del sector bancario español, sobre todo entre las antiguas cajas de ahorros, pero también como de algunos bancos (desde el Pastor, integrado en un Popular que acabó en manos del Santander) parece ser insuficiente para afrontar un horizonte de tipos de interés en negativo y un impacto económico derivado de la pandemia imposible, hasta el momento, de medir con precisión.

Las fusiones puestas en marcha o anunciadas ya suponen de entrada un ajuste adicional de plantilla y de red de oficinas. Incluso, entre algunos bancos que ya fagocitaron algunas otras entidades que surgieron de fusiones anteriores y que ya conllevaron recortes sustanciales tanto en personal como en sucursales.

El recorte del número de oficinas desde diciembre de 2008 (cuando fue más acuciante la anterior crisis financiera y con epicentro en los bancos) ha sido de un 50%, con la supresión de 22.300 sucursales desde entonces, según los datos del Banco de España.

Según esas cifras del supervisor, el número de empleados de las entidades españolas se ha reducido en más de un 35%, hasta suponer un desplome de cerca de 96.000 trabajadores en el sector frente a los casi 300.000 existentes en 2008. Todo ello sin contar, los ajustes que han continuado durante un aciago 2020.

A esas cifras se añaden las que ya han adelantado algunas entidades y las que aún no se han cuantificado con las distintas fusiones en curso o anunciadas, lo que ha llevado al secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, ha lanzar el aviso de que 2021 "puede ser un año de récord de despidos" en el sector bancario español.

A la cola de Europa

La alerta sindical estará justificada ante las actuales circunstancias, pero sus acuerdos de regulaciones de empleo (aunque fueran con bajas incentivadas o prejubilaciones muy por encima en condiciones de mucho otros sectores) ha conducido a una situación casi incomprensible en el sector bancario español.

España se sitúa como el segundo país con más números de oficinas por cada 100.000 habitantes (en torno a las 50, según los datos del Banco de España al cierre de 2019), tan sólo algo por debajo de Francia y algo por encima de Bélgica.

Sin embargo, el sector bancario español se sitúa en el último puesto por el número de empleados por oficina respecto al resto de los países europeos, con unos ocho trabajadores de media.

El propio Banco de España justifica esta diferencia en que "es el reflejo del elevado número de sucursales con pocos empleados que mantienen nuestra entidades, consecuencia a su vez de la dispersión poblacional", según palabra de la subgobernadora, Margarita Delgado.

Nadie va a contradecir el diagnóstico del organismo gobernado por Pablo Hernández de Cos. La cuestión a futuro es cuántas de esas pequeñas sucursales, por el número de empleados, podrán mantenerse o sus clientes serán diferidos a otras sucursales o canales digitales alternativos para atender sus necesidades.

La mayoría de los responsables de la banca española, tanto supervisores, patronales o máximos directivos de cada una de las entidades, esgrimen que la competencia en el sector bancario español aún es muy alta y, sobre todo, con la entrada de nuevos actores que provienen de las denominadas BigTech o Fintech.

La incógnita a pie de la calle es muy distinta, ya que cómo una persona octogenaria (incluso algo más joven), sin grandes o nulos conocimientos en las nuevas tecnologías y en zonas en las que Internet es una entelequia, se va a poder conectar con su banco. Sobre todo, cuando tras las fusiones anunciadas, al final, las opciones acaben siendo como el dicho popular: sota, caballo o rey.

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